The Fartlek 150: Especial Berlín
Un recorrido por la antológica actuación de Eliud Kipchoge, la hazaña de Tigist Assefa y un texto de Felipe Delarraechea sobre aquellos que también cruzaron la puerta de Brandeburgo.
Hola! Soy George y este es un número especial del boletín de The Fartlek, el #150, con un especial sobre Berlín. Que lo disfruten.
El domingo anterior, en Berlín, Eliud Kipchoge escaló un nuevo pico en su -parece eterno- viaje hacia el insondable lugar de leyenda al que sólo acceden quienes, con una disciplina férrea como la suya, compiten contra su propio legado. Kipchoge lo hizo una vez más. Batió su propio récord mundial (2:01:39) con 2:01:09 pero, por sobre todo, nos entregó una nueva actuación de ciencia ficción, readecuando el significado de lo quimérico. Después de correr los 10k más rápidos jamas ejecutados en la historia de un maratón (28:23), atravesó el medio maratón en unos vertiginosos 59:50 para poner seriamente en riesgo el utópico maratón sub dos horas en condiciones normales y luego, por si no fuera suficiente, estableció los récords mundiales de 25 y 30 kilómetros de ruta (1:11:08 y 1:25:40 respectivamente), todo en medio de su viaje hacia la estratosfera. Quizá existen utopías para Eliud, pero no barreras, como declaró. Al fin y al cabo, las barreras sirven para construir esos viajes, y sino sigamos viendo.
Luego de un paso “lento” de 14:32 en el parcial del kilómetro 25 hasta el 30, retomó el control en un escenario que ya le es habitual pero no por eso menos desafiante una y otra vez. Después de triturar primero a Guye Adola y luego a Andamlak Belihu, se quedó solo, sin las liebres, en el indómito e incómodo espacio previo a la hazaña. Se reconstruyó y aunque pagó mínimamente el precio de una primera mitad feroz, partir de allí sólo sus parciales fueron de 14:30 y 14:43, para cerrar los últimos dos kilómetros en 06:16, con un último mil en 2:57 y consumar la hazaña de un maratón a 2:52 de media. La actuación de Kipchoge es tan salvaje que entrega estadísticas escalofriantes en varias direcciones. Es el décimo séptimo maratón que gana de los diecinueve que ha corrido, incluyendo el experimento INEOS, con un segundo puesto en su segunda carrera (allí donde Wilson Kipsang estableció el récord mundial en Berlín 2013) y sólo una carrera “mala”, en Londres 2020, en donde fue sexto. Independientemente de su indiscutido primer y solitario lugar en lo más alto del ranking histórico, Eliud Kipchoge firmó cuatro de las cinco mejores actuaciones de todos los tiempos, top five que sólo comparte con Kenenisa Bekele, que tiene la tercera mejor marca 2:01:41. Aunque a estas alturas poco importe, otro dato para graficar la victoria de Kipchoge es la distancia que le sacó a Mark Korir y a Tadu Abate: cuatro y cinco minutos respectivamente.
Su consistencia se vuelve más estremecedora en épocas en donde los resultados son efímeros y el atletismo está en una profunda transformación, algo que no se ve desde Usain Bolt, con características muy disímiles. Si a Bolt lo distinguía su talento y mentalidad desfachatada y abrumadora para imponerse frente a los demás competidores, a Kipchoge lo caracteriza su disciplina para no desviarse en el camino, su templanza para ejecutar los ritmos y su clase para correr, una cualidad que probablemente sea siempre tapada por los anteriores calificativos. Recomiendo ver el documental de Breaking 2 para entender de qué está hecho y sobre todo trabajado Eliud en materia de biomecánica y fisiología.
Ahora sí, correr por debajo de las dos horas parece ser el único hito que le queda por consumar, la última cima por escalar en su cruzada de vida. Poco queda ya por describirlo, si no es que las palabras ya están agotadas. Kipchoge, que a estas alturas ya es un genio indiscutido y el mejor maratonista de todos los tiempos (hay gente que pierde su valioso tiempo en compararlo con Bekele, que probablemente sea el mejor fondista de la historia pero que no tiene las cartas suficientes para disputarle en el maratón), ya se ha convertido en un ícono insoslayable que trasciende a nuestra disciplina y redefine, con los más grandes, el concepto del deporte. Y ese probablemente sea su mejor aporte a la causa que arrastra números propios de otra dimensión, pero que al final será recordada por la talla de su figura, desde las épocas de la pista en donde se atrevió a vencer a Hicham El Guerrouj y al propio Bekele hasta la calle, en donde básicamente no compite frente a nadie más que frente al tiempo y sobre todo, con y frente a él mismo.
Algunas curiosidades de su carrera:
Los parciales. Aún más sorprendente que la marca fueron las intenciones de Kipchoge. A pesar de la guía estipulada a través de las liebres de 60:50, Eliud pasó el medio maratón exactamente un minuto por debajo, en su manifiesto por ir en la búsqueda del sub2h, como mencionamos arriba, el último escalafón que queda por subir en lo que él llama “No human is limited”. A pesar de eso y en un día con mucha humedad, Kipchoge comenzó a pagar el ritmo luego de los 25 kilómetros para luego pasar al plan B, quebrar su propio récord mundial. Los parciales cada cinco kilómetros fueron: 14:14-14:09-14:10-14:12-14:23-14:32, 14:30 y 14:43. El amigo Damian Allende me pasó este pequeño video que da algunos detalles de la estrategia de Kipchoge en Berlín.
¿Qué implica el ritmo de Kipchoge en otras distancias? Debajo, una cuenta sencilla para dimensionar el tamaño de su carrera.
El maratón de Bottle Claus. Ganarse la confianza de Kipchoge no es tarea fácil. A la angosta lista de esas personas que empieza en su manager Valentijn Trouw y termina en su entrenador y mentor Patrick Sang se le unió Claus Henning-Schulke, un avituallador que se convirtió en su confidente: lo asistió en el W.R de 2018 y luego viajó a Austria para el reto INEOS 1:59. ¿Cómo no iba a volver a Berlín? Veamos su excelsa y festejada performance.
Su dominante carrera en el maratón. Un detalle no menor es que Eliud Kipchoge cumplirá 38 años en noviembre. En nueve años, desde que corrió su primer maratón en Hamburgo, sólo ha sido derrotado en dos ocasiones, precisamente en Berlín 2013 en donde fue segundo de Wilson Kipsang (récord mundial en esa carrera con 2:03:35) y en Londres 2020, en una carrera rara y entorpecida por la pandemia. Contando los dos retos, Breaking2 e INEOS, Eliud ganó 17 de 19 maratones (para caprichosos, 15 de 17), con dos medallas olímpicas y dos récords mundiales incluidos. Insano.
¿Hay algo que haga más grande a Eliud Kipchoge que sus resultados? Si, probablemente aquello que lo distingue y hace especial es su filosofía de vida, que recae en una sabiduría como corredor que ya es su sello. Algunos de los secretos del suceso.
La hazaña de Tigist Assefa en Berlín
Si la actuación de Kipchoge fue abrumadora, la performace de Tigist Assefa, una corredora prácticamente desconocida para la masa hasta este domingo, fue impactante y para los libros. Con un puñado de discretas actuaciones como corredora en la pista y un punto más alto como olímpica en los 800m de Río 2016, Assefa recién debutó este año en maratón, en abril en Riyadh (Arabia Saudita). El domingo en Berlín mejoró 18 minutos aquella marca de 2:34 para ganar en 2:15:37, la tercera mejor marca de todos los tiempos sólo por detrás de Brigid Kosgei (2:14:04) y la legendaria Paula Radcliffe (2:15:25). Además, el tiempo de Assefa es también el récord absoluto de Etiopía en la distancia y un nuevo récord de circuito en Berlín, bajando en cuatro minutos el registro anterior de 2:19:12.
Además: en la categoría femenina master, una vieja conocida del circuito mostró su vigencia a los 49 años. Deena Kastor, que fue medallista olímpica representando a Estados Unidos y también es una ex poseedora del récord estadounidense de maratón hasta que Keira D’Amato se lo quitó este año en Houston, terminó la carrera en 2:45:12 para completar el circuito de las six majors. Kastor es uno de los mayores ejemplos de consistencia y amor por el running a través del tiempo, por fuera de los resultados. Hoy pasa sus días en las montañas de Mammoth Lake junto a su familia y su grupo de entrenamiento. Leyenda.
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Ser segundo es ganar
*Por Felipe Delarrechea
No vale la pena buscar nuevos adjetivos para calificar lo que ocurrió en Berlín hace un par de días. El mundo muchas veces es cruel a su modo y, aunque a priori no promete nada, finalmente termina poniendo las cosas en su lugar. Es lo único que voy a decir sobre Eliud Kipchoge.
Pero en Berlín hubo otros corredores que participaron en una carrera aparte. Una en la que muy posiblemente cruzar adelante del pelotón la puerta de Bradenburgo no estaba en los planes previos.
Dicen los antiguos que el periodismo es el borrador de la historia, una historia que generalmente suele ser escrita por los ganadores. Pero los supuestos perdedores del Maratón de Berlín tienen una gran historia para contar, una atada inexorablemente a la figura del mejor, pero que fue sincera. Las cosas más difíciles de arreglar son las que no queremos admitir ante nosotros mismos, pero este grupo tenía claro qué esperar y a qué aferrarse.
Fue así cómo se desarrolló esa competencia secundariamente estelar. Sin muchos focos ni vehículos de la organización alrededor, pero honesta en el sentido más puro del atletismo aunque sin el componente de heroísmo que otorga la medalla de oro. Quizás algo que define a los corredores de fondo es la paciencia. He aprendido mucho sobre la paciencia en mi tiempo como corredor aficionado. Me he dado cuenta que los avances en las carreras a menudo son precedidos por períodos de tiempo aparentemente estériles con pocos frutos para mostrar por mis esfuerzos. He aprendido que la paciencia y la perseverancia son compañeras, que cuanto mejor espero, mejor soporto.
Este grupo de profesionales serios fue paciente – perseverantes también; la paciencia y la perseverancia son grandes compañeros -. Realizaron un gran trabajo, diligente. En eso pensaba mientras veía al resto de los corredores profesionales disputar la carrera del domingo. Esa competencia en la que la victoria se ubicaba en el segundo lugar del podio.
*Felipe De Larraechea M. es fundador y Director de THE LAST LAP MEDIA.
Gracias por leer el boletín #150 de The Fartlek! Nos vemos en la próxima edición.