La lucha entre el futuro y el pasado: ¿Hacia dónde va Cuba?

Por Michael A. Lebowitz

La Tizza
La Tizza Cuba

--

Traducción de Yoan Karell Acosta González

Foto: Pedro Pablo Chaviano / Cubahora

La Tizza publica la versión en español de este texto, el cual apareció originalmente en inglés con el título «The Struggle between the Future and the Past: Where Is Cuba Going?» en Monthly Review, el 3 de julio de 2022.

Lebowitz, un importante investigador marxista, es conocido —entre otras— por obras como Beyond Capital: Marx’s Political Economy of the Working Class, por sus acercamientos a la experiencia de autogestión yugoslava, por sus aportes y lecturas biográficas de Marx y por el libro Contradictions of «Real Socialism»: the Conductor and the Conducted; este último publicado en Cuba (Las contradicciones del «socialismo real». El dirigente y los dirigidos) por el sello editorial del ICIC Juan Marinello y Ruth Casa Editorial.

El pasado 19 de abril se cumplió el primer aniversario de su fallecimiento. Este artículo que compartimos hoy fue su último trabajo sobre Cuba, país que visitaba frecuentemente y del cual siempre se mantuvo informado por distintas vías. Con esta publicación, La Tizza recuerda al lúcido marxista y al amigo de la Revolución cubana.

Lo primero

Tengo dos frases favoritas. Una me llega de un diálogo que discurre en la segunda parte del Enrique VI de Shakespeare, cuando Jack Cade prevé el efecto de su plan: «todo el reino será en común». A esto, el camarada Dick responde: «lo primero que hacemos, matemos a todos los abogados».

He sustituido esta frase por otra: «lo primero que hacemos, matemos a todos los economistas». Esto no es por haber sobrevivido durante muchos años en departamentos de Economía llenos o desbordados de economistas neoclásicos. A fin de cuentas, no recuerdo que alguno de ellos deseara un reino en el que todo fuese en común. Mi frase proviene más bien de observar a los economistas en los países que se enfocaron en la construcción del socialismo.

No sabría decir a ciencia cierta si fue resultado de mi observación durante las visitas a la Facultad de Economía de la Universidad de La Habana, donde los marxistas habían sido retenidos en el departamento de Desarrollo Económico, mientras la verdadera enseñanza de la Economía transcurría en los departamentos de Micro y Macro Economía. No sé si fue al enterarme de que en la Universidad Carlos Marx de Budapest el texto básico era el de Samuelson. Quizá fue al saber que Milton Friedman y sus seguidores eran aclamados en China. Tal vez fue al escuchar a economistas rusos disertar sobre las tendencias hacia el igualitarismo como «ajenas al proletariado». Tengo muchas razones para desenfundar las armas.

Pero, ¿quién podría culparlos? Si cuando estos países estaban enfrentando problemas económicos significativos la decisión pendía entre los dogmas seductores del marxismo derivados del «socialismo real» versus una fe preñada de autoconfianza en las propiedades mágicas del mercado, no debería extrañarnos la atracción que sentían los mejores y más brillantes estudiantes por la segunda opción.

No me sorprendió que estudiantes vietnamitas me dijeran que las clases de Economía más aburridas eran las de marxismo, impartidas por pésimos profesores que simplemente recitaban el libro de texto.

Recordemos lo que ellos aprendían antes de ejercer la enseñanza y la asesoría.

La idea del mercado tiene como premisa la separación: separación entre comprador y vendedor, separación entre los vendedores, separación entre los compradores. Separación, atomización, alienación. ¿Cuál es el lugar de estos fenómenos en los intentos por construir el socialismo? ¿Cuál es su lugar en esa lucha a muerte entre el Pasado y el Futuro que es (como dijera Fidel) la Revolución?[1]

Las preguntas de Marta

¿Cómo podemos valorar el progreso en esa batalla entre el Futuro y el Pasado? Marta Harnecker, en su libro Un mundo a construir (así como en las palabras conclusivas del discurso que ofreció al recibir el Premio Libertador por dicho libro), expuso una serie de preguntas concretas a los gobiernos de izquierda en la América Latina, agrupadas en el encabezado «Una guía para evaluar cómo se va avanzando»:

¿Movilizan a los trabajadores y pueblo en general para llevar adelante determinadas medidas e incrementan sus capacidades y poder? ¿Entienden que necesitan un pueblo organizado, politizado, capaz de presionar para debilitar el aparato estatal heredado y poder así avanzar en el proceso de transformaciones propuesto? ¿Entienden que nuestros pueblos tienen que ser actores de primera línea y no sólo de segunda? ¿Oyen y otorgan la palabra a sus pueblos? ¿Entienden que pueden apoyarse en ellos para combatir los errores y desviaciones que vayan surgiendo en el camino? ¿Les entregan recursos y los llaman a ejercer la contraloría social del proceso? En síntesis, ¿contribuyen a crear un sujeto popular cada vez más protagónico que vaya asumiendo responsabilidades de gobierno?[2]

Todas estas preguntas tienen como premisa otra interrogante que le antecede en ese mismo capítulo: «¿Cuál es la actitud de los gobiernos frente al desarrollo económico y el desarrollo humano?». En particular, ella pregunta si los gobiernos «entienden que este desarrollo humano no se logra con un Estado meramente paternalista […] sino que sólo se logra a través de la práctica y […] por crear espacios para que el pueblo pueda desempeñar su rol protagónico».[3]

Sin dudas, se trata de cuestiones importantes cuando nos hacemos la pregunta sobre el progreso hacia el Futuro. Y también pudiéramos preguntarnos:

¿qué nos aportan los economistas neoclásicos sobre estas cuestiones? Nada en lo absoluto. No existe espacio dentro de la economía neoclásica para entender el desarrollo de la capacidad humana como resultado de su protagonismo.

Ciertamente, en ellos lo que más se acercaría a un análisis de este tipo sería considerar los efectos de las inversiones ejecutadas por gobiernos paternalistas. Para los economistas neoclásicos (tanto los más sabios como los menos), el individuo atomizado no es un actor, excepto cuando responde (en palabras de Veblen) a «los bufés de las fuerzas decisorias que lo impulsan en una u otra dirección». Al sopesar el placer y el dolor, instantáneamente se maximiza lo individualista. Eso es todo.[4]

La práctica revolucionaria

En contraste con lo anterior, el énfasis que pone Marta en el protagonismo como un asunto central en el desarrollo de las capacidades humanas les resultaría familiar a todos los marxistas (incluidos los economistas marxistas). Al alabar el destacado logro hegeliano de concebir «la creación del ser humano por sí mismo como un proceso» y la actividad humana «como un acto humano de génesis propia», Marx lógicamente rechazó la «doctrina materialista» acerca de que un cambio en las circunstancias de las personas conduciría también a la transformación del ser humano. No, él insistía en que «la coincidencia del cambio de circunstancias y de la actividad humana o la autotransformación puede concebirse y entenderse racionalmente como práctica revolucionaria». En pocas palabras,

existen dos productos de la actividad humana: el cambio en las circunstancias y el cambio en los seres humanos. Desgraciadamente, ese segundo producto, el producto humano, es a menudo olvidado, incluso por los marxistas.[5]

Marx explicó una y otra vez que, en sus luchas, los trabajadores transforman tanto las condiciones como a sí mismos. En 1850, su mensaje a los trabajadores fue el siguiente: «debéis atravesar 15, 20, 50 años de guerras civiles y de luchas populares no solo para mudar la condición de las cosas, sino también para cambiaros a vosotros mismos y haceros capaces de ejercitar el dominio político».[6] Más de dos décadas después (tras la derrota de la Comuna de París), Marx se mantuvo haciendo énfasis en la inseparabilidad entre la actividad humana y la autotransformación del individuo: «tendrán que pasar por largas luchas, por toda una serie de procesos históricos, que transformarán las circunstancias y los hombres».[7] «Mediante la práctica y la creación de espacios en los que el protagonismo popular sea posible» — como recomienda Marta — se estaría invirtiendo en la capacidad humana.

Esta idea fue también clave en el capítulo 10 de El Capital, donde Marx explicó cómo, en la batalla por la Ley de las Diez Horas, la clase obrera se desarrolló como clase en su lucha contra el empuje del capital hacia la plusvalía absoluta. Vemos en ello «el avance diario y cada vez más amenazante del movimiento de la clase obrera», cómo los trabajadores pasaron de una resistencia «pasiva, aunque intransigente y persistente» a una protesta de clase abierta, cómo fueron transformándose. Al respecto, Marx se hizo eco del argumento de Engels de que «el trabajador que ha pasado por un proceso de lucha de esa magnitud ya no puede ser el mismo de antes»; y la clase obrera en su totalidad, después de atravesar este proceso, es cien veces más fuerte, ilustrada y estará mejor organizada que al inicio.[8]

El segundo producto, no obstante, no es solamente el resultado de la lucha. Como Marx apuntó en los Grundrisse, en el propio acto de producir «los productores cambian también, en el sentido de que forjan nuevas cualidades en ellos mismos, se desarrollan ellos mismos durante el proceso de producción, se transforman a sí mismos, desarrollan nuevos poderes e ideas, nuevas maneras de relacionarse, nuevas necesidades y lenguaje».[9] De forma similar, el reconocimiento del trabajador como resultado de su propia labor está presente en la discusión que aparece en El Capital sobre el proceso de trabajo. En este proceso, el trabajador «actúa sobre la naturaleza externa y la transforma y, así, cambia también su propia naturaleza simultáneamente».[10]

Sin embargo, debe recordarse que la actividad humana siempre tiene lugar en medio de relaciones sociales particulares y ello afecta necesariamente la naturaleza específica del segundo producto. Analícese, por ejemplo, al trabajador que se forma como resultado de la actividad bajo las relaciones capitalistas de producción. En este contexto donde «no es el trabajador quien hace uso de las condiciones de su trabajo, sino más bien al revés, las condiciones de trabajo hacen uso del trabajador»; un segundo producto específico emerge. El trabajo manual e intelectual se separan y se genera hostilidad entre ellos en medio de esta inversión capitalista, en medio de «esta distorsión, que es propia y típica de la producción capitalista». Así, «se pierde cada átomo de libertad, tanto en la actividad manual como intelectual». Al destruir las capacidades existentes (y potenciales), el capital genera necesidades en los trabajadores. Genera trabajadores fragmentados, degradados y enajenados de «las potencialidades intelectuales del proceso laboral», una «clase obrera que, mediante la educación, la tradición y el hábito ve los requerimientos de ese modo de producción como leyes naturales evidentes».

Al formarse trabajadores de esta manera bajo las relaciones capitalistas de producción, el capitalista puede confiar en la «dependencia del trabajador hacia el capital, que se deriva de las propias condiciones de producción, dependencia que esas condiciones garantizan de forma perpetua».[11] El trabajo bajo relaciones capitalistas significa dejar de potenciar las capacidades humanas.

En condiciones de relaciones productivas diferentes, no obstante, Marx predijo un segundo producto muy distinto. En contraste con la sociedad en la que el trabajador existe para satisfacer las necesidades de crecimiento del capital, Marx evoca explícitamente en El Capital: «la situación inversa, en la que la riqueza objetiva está disponible para satisfacer la necesidad de desarrollo del trabajador».[12] Mientras que bajo condiciones capitalistas el trabajador «emplea el carácter social de su trabajo, su combinación con el trabajo de otros hacia una meta común en función de una meta que le es ajena», en condiciones distintas los productores asociados emplean «sus numerosas manifestaciones de trabajo-poder de manera plenamente consciente como una fuerza social productiva unitaria». En esta nueva «situación invertida», en lugar de cercenar las capacidades y potencialidades de los trabajadores, ellos pueden desarrollarlas: «cuando el trabajador coopera con otros de manera planificada, se libera del fardo pesado del individualismo y desarrolla las capacidades humanas».[13] Se deriva también de lo anterior que, mediante este protagonismo colectivo, el segundo producto emerge como un crecimiento de las capacidades de los trabajadores y, por tanto, de su productividad.[14] En la crítica de Marx al capitalismo subyace su concepción de la posibilidad y, ciertamente, la necesidad, de una sociedad diferente.

El Futuro que queremos

Mi segunda frase preferida, que he repetido muchas veces de distintas maneras, es: si no sabemos a dónde queremos llegar, ningún camino nos llevará a ese lugar. Sí sabemos con certeza a dónde no queremos llegar.

No queremos una sociedad en la que estemos subordinados y seamos dirigidos desde arriba. Tampoco una en la que estemos separados y compitamos entre todos en aras de nuestros intereses individuales. Por el contrario, el Futuro que deseamos es la asociación de productores libres e iguales que Marx denominó sistema comunal.

Conformemos comunas, propuso Marx, y «en lugar de la división del trabajo… tendrá lugar la organización del trabajo», donde los productores, «mediante el uso de los medios de producción gestionados en común», combinen sus capacidades «con total conciencia como una fuerza social productiva unitaria».[15] Marx explicó en los Grundrisse que, en un sistema como ese, «la producción comunal, la comunalidad se presupone como la base de la producción» y las actividades que los productores asociados emprenden están «determinadas por las necesidades y metas comunales».[16]

En una sociedad así, la propiedad comunal de los medios de producción y la producción comunal en función de las necesidades comunales es lo que Hugo Chávez denominó «el triángulo fundamental del socialismo» — propiedad social de los medios de producción, producción social por parte de los trabajadores, con el propósito de satisfacer necesidades sociales — . En un sistema así, sus resultados son premisas del sistema, como «ocurre con cada sistema orgánico».[17] Como mismo el capital produce sus propias premisas en su «forma económica burguesa» una vez que se ha desarrollado sobre sus propias bases (o sea, una vez que «el mismo se presupone y procede desde él mismo a crear las condiciones para sus conservación y crecimiento»), una vez que el sistema comunal ha desarrollado sus propias bases, procede desde sí mismo a crear las condiciones para su conservación y crecimiento, produciendo y reproduciendo sus propias premisas en su forma comunal.[18]

No solo se reproducen la propiedad comunal, la producción comunal y el consumo comunal. La premisa crucial que se reproduce en este sistema orgánico son las relaciones sociales comunales, la comunalidad. Al actuar dentro de estas relaciones, las personas se construyen a sí mismas en una manera particular, descrita por Emily Kawano como caracterizada por «la solidaridad, cooperación, preocupación, reciprocidad, el mutualismo, altruismo, la compasión y el amor».[19] El homo solidaricus desarrolla sus capacidades al relacionarse con los demás mediante la solidaridad. Si produzco conscientemente en función de tu necesidad, razonó Marx, sé que mi trabajo es valioso: «en mi actividad individual», señaló, «habré confirmado y realizado directamente mi verdadera naturaleza, mi naturaleza humana, mi naturaleza comunal». De esta forma, el segundo producto de nuestra actividad en la sociedad comunal es el desarrollo de seres humanos plenos para los que su propia «realización existe como una necesidad interior».[20] Al disertar sobre «el libre intercambio entre individuos asociados sobre la base de la apropiación y el control común de los medios de producción», Marx predijo la generación de «la libre individualidad, basada en el desarrollo universal de los individuos y su subordinación a su productividad comunal y social como su riqueza social».[21]

Las relaciones comunales, no obstante, no surgen de la conciencia o de decretos revolucionarios que convocan a la batalla de ideas. Más bien, como señala István Mészáros en su estudio minucioso de los Grundrisse, la verdadera sociabilidad es el resultado de condiciones reales, «bajo la influencia de condiciones comunales plenamente desarrolladas». Las relaciones sociales conscientes características del sistema comunal «solo puede producirse en la realidad misma; o para ser más precisos, en la interacción material y cultural de la existencia social comunal de los individuos».[22] Su conciencia es el resultado de su protagonismo dentro de un orden metabólico social radicalmente reestructurado en forma de un «todo orgánico», o sea, como un «sistema orgánico» que se autosostiene de manera circular, cuyos componentes se refuerzan mutuamente unos a otros.[23]

Una vez que el sistema comunal descansa en sus propios cimientos, «los seres sociales activos en el sistema comunal de producción y distribución determinan ellos mismos cómo distribuirán el tiempo total disponible de su sociedad en aras de satisfacer sus propias necesidades y aspiraciones».[24] En aras de que «la riqueza objetiva esté ahí para satisfacer la propia necesidad del trabajador de desarrollarse», ellos planifican.[25] En este proceso, ellos refuerzan y reproducen sus relaciones sociales y sus capacidades productivas se acrecientan: «con el desarrollo de los individuos en todos sus aspectos, crezcan también las fuerzas productivas y corran a chorro lleno los manantiales de la riqueza colectiva».[26]

Estamos describiendo el sistema comunal como un sistema orgánico. Como Marx comentó sobre el capitalismo: «en el sistema burgués acabado cada relación económica presupone a la otra bajo la forma económico-burguesa, y así cada elemento puesto es al mismo tiempo supuesto, tal es el caso con todo sistema orgánico».[27] De manera similar, el sistema comunal en su totalidad contiene en sí mismo las condiciones para su propia reproducción; concebido «como un todo conectado, y en el constante flujo de su incesante renovación», se entiende como «un proceso de reproducción».[28] La pregunta que se impone, sin embargo, es: este nuevo sistema orgánico que deseamos, este sistema de relaciones comunales y comunitarias, ¿cómo emerge?

El desafío de la reproducción entre Futuro y Pasado

Los sistemas orgánicos no caen del cielo. Se desarrollan sobre sus propios cimientos mediante un proceso en el que se generen sus premisas en lugar de aquellas que históricamente han heredado. Dado nuestro interés en las premisas del sistema comunal, ¿podemos obtener de la obra de Marx atisbos sobre el proceso de construir ese sistema orgánico?

Al analizar el borrador del programa del partido de los trabajadores alemanes para su convención en Gotha en 1875, Marx desafió la idea de que, en la sociedad con propiedad colectiva sobre los medios de producción, «el fruto íntegro del trabajo pertenece por igual derecho a todos los miembros de la sociedad». Insistió en que esto era absurdo. Antes de que sea posible discutir sobre la parte de las ganancias del trabajo destinadas al consumo individual, debemos hablar sobre las deducciones del producto total. Ellas incluyen partidas para el remplazo de los medios de producción depreciados, además de una «porción adicional para la expansión de la producción» — o sea, la inversión— , así como fondos de reservas para casos de desastres naturales. Él describió esto como «una necesidad económica». En adición, describió varias deducciones del producto total, no para necesidades económicas, sino con vistas al desarrollo de la nueva sociedad.

Primero están «los costos generales de administración que no pertenecen a la producción», y luego «aquellos enfocados en la satisfacción colectiva de las necesidades». Ambos son característicos de la vieja sociedad, pero ellos cambian y su evolución es esencial para comprender la perspectiva de Marx sobre la conformación del sistema comunal. En el caso de los costos generales de administración, él propone que «esta parte, desde el inicio, sea considerablemente restringida en comparación con la sociedad actual y que disminuya en proporción en la medida en que se desarrolla la nueva sociedad». En el caso de los costos para la satisfacción de necesidades colectivas — que incluyen escuelas y servicios de salud— , Marx proyecta un camino marcadamente diferente: «desde el inicio esta parte debe crecer considerablemente en comparación con la sociedad presente y deberá crecer en proporción en la medida en que se desarrolla la nueva sociedad».[29]

¿Por qué en el primer caso la deducción es considerablemente menor desde el inicio y debe disminuir con el desarrollo de la nueva sociedad? Se trata de un asunto medular. Cuatro años antes, Marx había aprendido mucho de la Comuna de París, «la forma política al fin hallada bajo la cual podría lograrse la emancipación económica del trabajo».[30] Los costos de administración, planteó, se restringen considerablemente porque el estado deja de ser inmediatamente una «fuerza pública organizada para la esclavización social»; «desde el inicio», las funciones del estado han «de ser arrancadas a una autoridad que usurpaba una posición preeminente sobre la sociedad misma, para restituirla a los servidores responsables de esta sociedad».[31] Si esta batalla hubiera tenido éxito, en lugar del viejo gobierno centralizado, «toda Francia se habría organizado en comunas autónomas tanto en lo laboral como en su gobierno». Por tanto, el resultado habría sido «funciones estatales reducidas a unas pocas funciones relacionadas con objetivos nacionales generales».[32] «A medida que la nueva sociedad se desarrolle» — según aparece en la Crítica— el estado se transformará cada vez más desde un «órgano que está por encima de la sociedad en un órgano completamente subordinado a ella».[33]

En resumen,

en la medida en que se desarrolla la nueva sociedad, nuevos órganos, comunas autónomas tanto en lo laboral como en su gobierno, se van constituyendo de manera creciente en lugar de «la sistemática y jerárquica división del trabajo» en la que la administración estatal y el gobierno se tratan como «funciones misteriosas y trascendentes colocadas en manos de una casta entrenada — parásitos estatales, sicofantas bien pagados y sinecuras — ». Estos espacios autogobernados con el protagonismo de los productores se convierten en una condición esencial para el desarrollo de sus capacidades.

Esta es una parte de la transformación implícita en el análisis que se realiza en la Crítica sobre las deducciones del producto social total. En el caso de la segunda deducción, la relacionada con la satisfacción colectiva de las necesidades, Marx propuso que «esta parte aumentará considerablemente desde el primer momento, en comparación con la sociedad actual, y seguirá aumentando en la medida en que la nueva sociedad se desarrolle». Así, la nueva sociedad se encamina inmediatamente hacia una significativa expansión en cuanto a la disponibilidad de valores de uso para la satisfacción colectiva de las necesidades. Se deduce cada vez más, entre los recursos disponibles, para el consumo individual; cada vez en mayor medida, «lo que se le quite al productor en calidad de individuo vuelva a él, directa o indirectamente, en calidad de miembro de la sociedad». Sucintamente, en la medida en que la nueva sociedad se desarrolla, nuestro reclamo individual sobre lo que produce la sociedad es cada vez más un reclamo nuestro como miembro pleno de esa sociedad. Se trata de un tema que Mészáros destaca; en cuanto a la relación entre los fondos de consumo privado y los fondos públicos, propone que ello debe ser «regulado por las decisiones conscientes de los propios productores asociados», y que el incremento en los niveles de los fondos públicos «sea de hecho una medida del progreso de la sociedad en cuestión».[34]

La medida del desarrollo de la nueva sociedad es la expansión de los intereses colectivos en la medida en que disminuyen los reclamos individuales.

No obstante, como bien comprendió Mészáros, estas nuevas relaciones de distribución no se quedan en el aire. «El proceso de toma de decisiones en sí mismo» es crucial, «un proceso de toma de decisiones sustancialmente democrático por parte de los propios productores asociados».[35] El incremento de la tasa de distribución en beneficio de la satisfacción colectiva de necesidades implica un cambio en las relaciones de producción, de una situación en la que los productores interactúan como individuos enfocados en su consumo privado a otra en la que ellos funcionan conscientemente como miembros de la sociedad. Lo comunal se desarrolla en la medida en que la nueva sociedad logra involucrar a los productores directamente en un proceso de planificación «determinado por las necesidades y objetivos comunitarios».

Es esencial entender que esta nueva sociedad se desarrolla mediante un proceso en el que tanto las circunstancias como los seres humanos se transforman. Para ello, se crean nuevos órganos en aras de planificar de forma cooperativa la distribución del trabajo de la sociedad en función de satisfacer «la propia necesidad del trabajador de desarrollarse». En lugar de hacer eso mediante un estado superpuesto sobre la sociedad, se procede mediante el manejo autogestionado y democrático de la producción, así como «comunas con autonomía laboral y de gobierno».[36] Las personas pueden desarrollar su potencial en la medida en que emergen de manera creciente las «actividades productivas genuinamente planificadas y autogestionadas (a diferencia de cuando se ordenan desde arriba, de manera burocrática)». El resultado — como indica la Crítica — es que «con el desarrollo de los individuos en todos sus aspectos, crezcan también las fuerzas productivas y corran a chorro lleno los manantiales de la riqueza colectiva».[37] La combinación de la deducción para la inversión social, la reducción de la deducción para la administración estatal y la capacidad incrementada de los productores como resultado de su protagonismo trae como consecuencia el aumento de la riqueza social.

Sin embargo, Marx comprendió que esto no ocurre de la noche a la mañana. Mientras la nueva sociedad comienza a desarrollarse «desde el inicio», emerge a partir de la vieja sociedad «en todos sus aspectos, en el económico, en el moral y en el intelectual, el sello de la vieja sociedad de cuya entraña procede». Más que generar sus propias premisas, en la interface entre el Futuro y el Pasado el nuevo sistema empieza por heredar presuposiciones y premisas «históricas». En consecuencia, el proceso de transformación hacia el nuevo sistema orgánico consiste en trascender esas premisas históricas: «su desarrollo hasta alcanzar la totalidad plena consiste precisamente [en que] se subordina todos los elementos de la sociedad, o en que crea los órganos que aún le hacen falta a partir de aquélla. De esta manera llega a ser históricamente una totalidad».[38]

En resumen, se produce una lucha entre el Futuro y el Pasado. El Futuro debe subordinar los elementos heredados del Pasado. Desde la perspectiva del Futuro, el nuevo sistema es defectuoso ya que emerge de la sociedad capitalista, «Pero estos defectos son inevitables en la primera fase de la sociedad comunista, tal y como brota de la sociedad capitalista después de un largo y doloroso alumbramiento».

¿Cuáles fueron los defectos que Marx identificó en su Crítica al Programa de Gotha? ¿Qué premisas históricas son las que la sociedad debe subordinar?

Marx respondió que en la medida en que la nueva sociedad emerge del capitalismo, existe una «limitación burguesa», una continuación del «derecho burgués»; no se ha «cruzado completamente» aún el «estrecho horizonte del derecho burgués». La continuación del derecho burgués, esa marca de la vieja sociedad era el principio de que «el productor individual obtiene de la sociedad — después de hechas las obligadas deducciones — exactamente lo que ha dado».[39]

Consideremos las premisas heredadas por la nueva sociedad. Algo característico de las relaciones capitalistas es «el hecho de que las condiciones materiales de producción les son adjudicadas a los que no trabajan bajo la forma de propiedad del capital y propiedad del suelo, mientras la masa solo es propietaria de la condición personal de producción, la fuerza de trabajo».[40] En lo anterior puede verse el defecto heredado: la transformación de los medios de producción de propiedad capitalista a propiedad colectiva deja aún a los productores individuales como «propietarios de la condición personal de producción, la fuerza de trabajo». El derecho de propiedad no se elimina inmediatamente de manera total y es esto precisamente lo que debe subordinarse si se desea que la nueva sociedad se desarrolle sobre sus propios cimientos.

En esta nueva sociedad que emerge del capitalismo, el productor no actúa aún para satisfacer sus necesidades y propósitos colectivos, sino que el dueño de su mano de obra espera de la sociedad «exactamente lo que ha dado. Lo que el productor ha dado a la sociedad es su cuota individual de trabajo»; ese es el derecho como dueño que entra en un intercambio. Se mantiene esa característica de la vieja sociedad; «rige el mismo principio que en el intercambio de mercancías equivalentes: se cambia una cantidad de trabajo, bajo una forma, por otra cantidad igual de trabajo, bajo otra forma distinta».[41]

Marx no dudó en describir como un defecto este principio heredado del Pasado. La equivalencia implícita en este intercambio, señaló, «reconoce, tácitamente, como otros tantos privilegios naturales, las desiguales aptitudes de los individuos». ¡Entonces, este quid pro quo entre el poseedor de la «capacidad de rendimiento» y la sociedad constituye, por su propia naturaleza, «el derecho de la desigualdad»! Se genera un proceso de producción y reproducción de la desigualdad, en la medida en que la sociedad está marcada por este defecto, este derecho burgués.

El sesgo es el problema con este principio de intercambio igualitario. Años antes, Marx había calificado a los economistas burgueses de parcializados por considerar que el productor «no posee existencia en tanto ser humano sino solo como obrero». Casi cuatro décadas después, Marx retomó el tema de la distinción del individuo como trabajador y como ser humano en su conjunto. En su reflexión sobre esta sociedad comunista que emerge del capitalismo, Marx declaró que el problema con este principio de intercambio igualitario radica en que a los miembros de esta sociedad «se les mire solamente en un aspecto determinado; por ejemplo, en el caso dado, solo en cuanto obreros, y no se vea en ellos ninguna otra cosa, es decir, se prescinda de todo lo demás».[42] El principio de «a cada cual según su aporte» es, en resumen, sesgado; su defecto es que considera las necesidades de los miembros de la sociedad solamente como trabajadores y no como seres humanos. Ni sus distintas necesidades — por ejemplo, el tamaño de sus familias — ni sus distintas capacidades — por lo que «algunos serán más ricos que otros» — son relevantes. Lo recibido se basa exclusivamente en la cantidad de trabajo aportado por cada individuo.

¡Qué diferente sería si el aumento de lo recibido simplemente dependiera de la condición de formar parte de la sociedad! No es una ironía menor que el defecto a remontar por la nueva sociedad haya sido asumido por muchos marxistas como «el principio socialista», principio que debe consumarse en una fase de tránsito, en el socialismo.

En contraste con el énfasis de Marx en el proceso mediante el cual se desarrolla la nueva sociedad, las concepciones sobre la fase socialista se han distinguido únicamente por la naturaleza de la distribución dentro de la sociedad — la necesidad de gestionar la distribución durante esta fase mediante el incentivo material de acuerdo con el aporte — . La sustitución por una fase singular basada en la distribución tiene lugar a pesar de la insistencia de Marx en que «es equivocado, en general, tomar como esencial la llamada distribución y poner en ella el acento principal». Marx criticó el «socialismo vulgar» por hacerse eco de los economistas burgueses que tratan «la distribución como algo independiente del modo de producción, y, por tanto, a exponer el socialismo como una doctrina que gira principalmente en torno a la distribución».[43]

Vale recordar el segundo producto. ¿Qué tipo de personas se forman en el contexto de relaciones en las que los individuos esperan y exigen el equivalente de su actividad? Para Marx, las relaciones de distribución no son independientes de las relaciones de producción. Una de las reflexiones más sobresalientes de Mészáros se refiere a este vínculo entre las relaciones de producción y las relaciones de distribución. En cuanto al principio regulador «de cada cual según su capacidad, a cada cual según su necesidad», este autor remarca que toda la atención se ha centrado en la segunda parte, en el tema de la distribución. «La primera parte suele ser, eficazmente, olvidada. Sin embargo, sin la parte que suele obviarse, la segunda no tiene la más mínima oportunidad de ser tomada en serio». De hecho, añade Mészáros, «no cabe duda que a menos que los individuos puedan contribuir a la producción de riqueza social de acuerdo a sus capacidades — y ello significa hacerlo sobre la base del pleno desarrollo de sus potencialidades creativas como seres sociales— , no lograrán satisfacerse los requerimientos de la segunda parte, o sea, la satisfacción de las necesidades de los individuos».[44]

Si no investigamos sus relaciones en el proceso de producción, perdemos de vista las razones por las que se impulsa o se frustra el potencial creativo de los productores.

Ni los seguidores del «socialismo real» «por etapas» ni la economía neoclásica se enfocan en la importancia de las relaciones de producción. En el caso de los primeros, se presume que la propiedad estatal sobre los medios de producción es todo lo que se necesita, y que la autogestión y el protagonismo que desarrollarían las capacidades de los seres sociales son un asunto para una etapa posterior: el comunismo. En el caso de la segunda, las relaciones de producción constituyen una «caja negra» y se confía en el interés individual, con los mercados de por medio, como garante de la distribución eficiente de los recursos y el crecimiento económico.

No es un misterio por qué ha fracasado «el socialismo real» en su intento de desarrollar las capacidades humanas requeridas para avanzar hacia lo comunitario. Caracterizado a lo sumo como un contrato social que les brinda beneficios específicos — como subsidios y pleno empleo— a los trabajadores a cambio de su aquiescencia ante los dictados que vienen de arriba, esta relación entre el director y el dirigido desestimula el protagonismo de los dirigidos tanto en la producción como en la sociedad.[45] A la larga, el fracaso de esta relación para desarrollar la capacidad y productividad humanas condujo en la Unión Soviética a ataques contra el contrato social motivados por lo que Gorbachov denominó «serias infracciones del principio socialista de distribución de acuerdo al trabajo aportado», así como por el fomento de «una mentalidad de dependencia».[46]

Dada su orientación hacia el incentivo material, los economistas neoclásicos no tienen objeción contra «el principio socialista». De hecho, ellos se inclinan particularmente a expurgar todo aquello que consideran una interferencia con las funciones propias del mercado; si se obstaculiza la ruta hacia el mercado, el fracaso al tratar de alcanzar la Tierra Prometida sería evidentemente el resultado de la ignorancia. Más y más mercado es su mantra.

De esta manera, en el caso soviético, los economistas desempeñaron un papel central en el ataque contra la asignación centralizada de recursos entre las empresas, sobre la base de que era necesario avanzar hacia relaciones horizontales (o sea, de mercado) entre ellas. Una reestructuración así de profunda (la Perestroika), argumentaron, actualizaría las relaciones de producción de manera que no continuaran obstaculizando las fuerzas productivas. Más aún, se oponían a «la confianza parasitaria en puestos de trabajo garantizados» — un ejército laboral de reserva relativamente pequeño que se consideraba la cura contra la pereza y una forma de restaurar «el interés personal en trabajar duramente y de manera eficiente» — . Como parte de su ataque contra ese contrato social, ellos promovían además la idea de eliminar los subsidios de alimentos y permitir que los precios fueran definidos por el mercado, así como la mercantilización de los servicios sanitarios. Por otro lado, no se oponían a que los trabajadores ocuparan un lugar subordinado. Desde la perspectiva del sistema comunal, esos economistas no solamente respaldaban los problemas existentes, sino que constituían los voceros ideológicos del regreso al Pasado.[47]

Entre el Futuro y el Pasado, existe un desafío de reproducción.[48] En aras del desarrollo del nuevo sistema de comunas, este debe subordinar los elementos del Pasado. Como señala Sam Bowles, los incentivos materiales «se imponen sobre las preferencias sociales» — que incluyen motivaciones como el placer intrínseco de ayudar a otros y la aversión a la inequidad; en resumen, la solidaridad— .[49] Cuando el referente es el incentivo material, el Pasado tiende a imponerse sobre el Futuro. Es por ello que Mészaros refuta con fuerza el intercambio de mercancías y el mercado. Es también el argumento que el Che enfatizó en El socialismo y el hombre en Cuba — demostrado, además, luego por el siglo XX— . Enfocar el interés individual de los productores para construir la nueva sociedad es un callejón sin salida.[50]

Un callejón sin salida si se trata de construir la sociedad comunal del futuro, pero no si el objetivo es regresar al pasado. Para los economistas neoclásicos, las interacciones entre los individuos por separado y mediante el mercado conducen espontáneamente al mejor de los mundos posibles. Por tanto, para ellos, el papel de los instrumentos políticos, de existir, sería suprimirle todas las barreras al mercado.

Por el contrario, el camino hacia el Futuro no puede desarrollarse espontáneamente. Por supuesto, la solidaridad característica de la sociedad comunal no puede imponerse; no obstante, se puede guiar a las personas para que aprendan desde su propia práctica que la solidaridad es un asunto de sentido común.[51] La construcción consciente de la nueva sociedad requiere un instrumento político; sin embargo, como Marta escribió cuando estábamos en Venezuela, es fundamental evitar el «verticalismo que frena la iniciativa de las personas», así como diseñar un instrumento político que permita a «sus militantes y líderes ser verdaderos pedagogos populares capaces de estimular el conocimiento que existe en las personas».[52]

Reflexiones sobre la Revolución Cubana

Ningún país ha enfrentado mayores obstáculos que Cuba en el intento de construir una sociedad poscapitalista. Criminales bloqueos, sanciones, invasiones, terrorismo imperialista, subversión interna con apoyo externo, la pérdida de aliados fundamentales, desastres naturales como huracanes y sequías y, no obstante, Cuba persiste (como lo hace también su maravillosa solidaridad que le ha marcado desde los primeros años). Sin embargo, como cualquier sociedad en la interface entre el capitalismo y la comunidad, Cuba ha sido y continúa caracterizándose por la reproducción desafiada (o lo que Fidel denominó la batalla a muerte entre el Futuro y el Pasado).

La Revolución Cubana, no obstante, comenzó con una ventaja: al inicio pudo contar con el apoyo tanto económico como político de la Unión Soviética, así como con un modelo económico basado en décadas de experiencia soviética. Que esto último haya sido realmente una ventaja, sin embargo, es cuestionable.[53] Después de varias décadas de experiencia cubana propia, Fidel Castro confesó:

Una conclusión que he sacado al cabo de muchos años: entre los muchos errores que hemos cometido todos, el más importante error era creer que alguien sabía de socialismo, o que alguien sabía de cómo se construye el socialismo. Parecía ciencia sabida, tan sabida como el sistema eléctrico concebido por algunos que se consideraban expertos en sistemas eléctricos. Cuando decían: «Esta es la fórmula», este es el que sabe. Como si alguien es médico. Tú no vas a discutir con el médico acerca de anemia, de problemas intestinales, de cualquier especialidad, al médico nadie lo discute. Puedes creer que es bueno o malo, qué sé yo, puede hacerle caso o no; pero a nadie se le discute.[54]

Sin embargo, hubo un líder de la Revolución Cubana que sí rebatió. Durante su breve presencia en el mundo material y en la Cuba del triunfo revolucionario, Che Guevara cuestionó los fundamentos del modelo económico soviético. Como presidente del Banco Nacional de Cuba y luego como el primer ministro que tuvo el nuevo Ministerio de Industrias, el Che desarrolló un sistema de gestión — conocido como Sistema Presupuestario de Financiamiento— en el que las industrias estatales se trataban como divisiones de una única gran firma; era un sistema que difería notablemente del heredado a través del modelo soviético conformado por empresas estatales autónomas con sus propios presupuestos — el Sistema de Autofinanciamiento o Cálculo Económico—.[55] En específico, el debate en torno a estos dos sistemas se hizo público en 1963 y develó diferencias en cuanto al foco de atención sobre incentivos materiales y morales. En aras de comprender el argumento del Che es esencial tener en cuenta su argumento completo.

Los fundamentos del Che

1. La Meta y el Camino

Luego de haber estudiado marxismo, incluidos El capital y el Manifiesto Comunista durante su adolescencia, así como El Estado y la Revolución de Lenin durante la universidad, el Che comprendió de forma clara la meta de los revolucionarios: el cabal desarrollo de la sociedad comunista, la libre asociación de productores que Marx concibió.[56] Pero esa sociedad no se define simplemente por la abundancia sino, además, por nuevas relaciones conscientes entre las personas, una nueva conciencia hacia la sociedad. Para el Che, el comunismo es: «un fenómeno de conciencia y no solamente un fenómeno de producción». Por tanto, no podría alcanzarse «por la simple acumulación mecánica de cantidades de productos, puestos a disposición del pueblo».[57] Ciertamente, insistía, «combatimos la pobreza pero también la enajenación».[58] Y, para ese proceso, el Che creía que la planificación centralizada era fundamental. Es «el punto en el que la conciencia del hombre finalmente logra sintetizar y dirigir la economía hacia su meta: la completa liberación del ser humano en el marco de la sociedad comunista».[59]

2. Características del Período de Transición

Por supuesto, como bien sabía el Che, no es posible dar el salto del capitalismo hacia la nueva sociedad comunal. Necesariamente hay un período de transición en el que elementos del viejo orden interactúan, se interconectan y, ciertamente, colisionan con elementos del nuevo. Como resultado de esa interacción, los elementos de ninguno de los dos sistemas existen de forma pura. Considérese, por ejemplo, la ley del valor, que devela la manera en que el capitalismo se reproduce espontáneamente mediante el mercado.

El Che argumentaba que «es imposible analizar la ley del valor separada de su medio natural: el mercado. De hecho, el mercado capitalista es en sí mismo la expresión de la ley del valor». Desafortunadamente, como señala Tablada, casi toda la literatura sobre economía política del período de transición carecía de herramientas conceptuales originales adecuadas para analizar el tema. Al aplicar, fuera de su contexto, las categorías marxistas pertenecientes al capitalismo, esa literatura distorsionaba el objeto mismo de estudio.[60]

Una implicación es la falta de claridad sobre lo que debe hacerse en esta sociedad en la que coexisten elementos del viejo orden y del nuevo. Para el Che, más que extrapolar a partir de un análisis estático de El capital, la necesidad principal es construir el Futuro: «Entendemos que durante cierto tiempo se mantengan las categorías del capitalismo y que este término no puede determinarse de antemano, pero las características del período de transición son las de una sociedad que liquida sus viejas ataduras para ingresar rápidamente a una nueva etapa». No fue una sorpresa que el Che rechazara el Manual Soviético de Economía Política que argumentaba lo siguiente: «es necesario desarrollar y utilizar la ley del valor y las relaciones monetario-mercantiles durante el período de construcción de la sociedad comunista».[61] ¿Por qué desarrollar?, se preguntó el Che. Detrás del pensamiento del Manual, argumentó, había «una concepción errónea de querer construir el socialismo con elementos capitalistas sin realmente cambiar su significado». Era un camino gradual de vuelta al capitalismo — un camino que «obliga a nuevas concesiones a las palancas económicas, es decir, al retroceso».[62]

Como hemos enfatizado, el desafío de la reproducción es característico del período de transición entre el Futuro y el Pasado. Mientras el Che señalaba la necesidad de liquidar los elementos de la vieja sociedad lo antes posible, también reconocía que existían movimientos en la dirección contraria. Al analizar las resoluciones del Partido Comunista Polaco en 1964, por ejemplo, comentó que «la solución que están proponiendo para estos problemas en Polonia es la total libertad de la ley del valor, o sea, un regreso al capitalismo».[63]

3. La batalla contra el Pasado

Particularmente en países subdesarrollados «la tentación de seguir los caminos trillados del interés material, como palanca impulsora de un desarrollo acelerado, es muy grande», apuntaba el Che. Sin embargo, debemos recordar que los intereses materiales provienen del capitalismo y son remanentes del Pasado. «No negamos la necesidad objetiva de ofrecer estímulos materiales, pero nos oponemos a su uso como el principal instrumento de motivación». De hecho, «la tendencia debe ser, en nuestro concepto, a liquidar lo más vigorosamente posible las categorías antiguas entre las que se incluye el mercado, el dinero y, por tanto, la palanca del interés material o, por mejor decir, las condiciones que provocan la existencia de las mismas».[64]

El Che tenía claridad sobre por qué hacerlo:

Persiguiendo la quimera de realizar el socialismo con la ayuda de las armas melladas que nos legara el capitalismo (la mercancía como célula económica, la rentabilidad, el interés material individual como palanca, etcétera), se puede llegar a un callejón sin salida. Y se arriba allí tras de recorrer una larga distancia en la que los caminos se entrecruzan muchas veces y donde es difícil percibir el momento en que se equivocó la ruta.

Se puede crear una base económica de esta manera; no obstante, él predijo que «la base económica adaptada ha hecho su trabajo de zapa sobre el desarrollo de la conciencia».[65]

¡Y ese es el punto! Basarse en el interés material, «una palanca que desafortunadamente tenemos que usar, un remanente de la vieja sociedad», genera individuos sin conciencia socialista. El resultado de basarse en el interés material propio del individuo significa crear personas ajustadas a la sociedad capitalista. Es por ello que el Che hizo énfasis en la importancia del segundo producto: «para construir el comunismo, simultáneamente con la base material hay que hacer al hombre nuevo».[66]

4. La batalla por el Futuro

«Uno de los objetivos fundamentales del marxismo», señaló el Che, «es eliminar el interés, el factor interés individual y el lucro desde las motivaciones psicológicas».[67] Con este objetivo, hizo hincapié en la importancia de construir la conciencia socialista, con la que los trabajadores «se sientan parte de un gran esfuerzo colectivo que la nación debe realizar y, así, estaremos lo más integrados posible en este empeño, cada cual con su propia manera de pensar y cada cual con sus propias convicciones, pero intentando incorporase a trabajo vivo».[68]

El reconocimiento de sí mismos como parte de un todo hacia el que los miembros de la sociedad tienen un deber social, no obstante, constituye un cambio que «será necesariamente prolongado y no puede aspirarse a que se complete en un corto período de tiempo».

No será ni un proceso automático como resultado del desarrollo de fuerzas productivas; tampoco la exhortación por sí sola transformará a las personas. «No es posible cambiar el pensamiento de las personas por decreto. Las personas solo cambiarán su forma de pensar mediante su propia convicción».[69]

Siendo coherente con su pensamiento, como ha detallado Helen Yaffe en su estudio, en el Ministerio de Industrias el Che intentó construir espacios reales para el protagonismo de los individuos, de manera que pudieran aprender mediante la práctica concreta.

En las Asambleas de Producción, por ejemplo, todos los miembros de una fábrica — al menos el 70 % para que ocurra una reunión— sistemáticamente se reunían para discutir los planes y el progreso del trabajo, así como auditar la labor de los administradores. Estas eran, como señaló el Che, «parte de la vida de las fábricas» y estaban orientadas a motivar a los trabajadores a participar en la gestión de la producción.[70] Asimismo, el Ministerio de Industrias hacía uso del Sistema Presupuestario de Financiamiento, opuesto a la separación entre las empresas estatales — separación propia del Sistema de Autofinanciamiento—. Es por ello que a los Comités de la Industria Local (CILO) se les estimulaba para que coordinaran y racionalizaran recursos locales, un paso importante para la descentralización de la producción y la gestión por parte de los trabajadores. Al descentralizar y crear hábitos de trabajo independientes de cualquier incentivo material, «la clase trabajadora tiene que prepararse a ella misma para asumir la gestión laboral en el tiempo más corto posible». El Che propuso, en particular, que esa cooperación entre fábricas fuera un intento de «crear la conciencia de una sola fábrica». Como funcionario ministerial encargado de supervisar estos comités comentó que «lo más importante sobre los CILOS era el sentido de pertenencia, que cada unidad era parte de esa gran fábrica cubana».[71]

Además de estas iniciativas, Yaffe llama la atención sobre el Comité de Piezas de Repuesto — creado para que los trabajadores inventaran soluciones ante la falta de piezas de repuesto tras el triunfo de la Revolución—, el Comité Técnico Asesor — que integraban un promedio del 10 % de la fuerza de trabajo— y el Plan Especial de Integración en el que brigadas de trabajadores especializados prestaban asistencia en todo el Ministerio para la resolución de problemas. Ella concluye su disertación mediante la descripción de estas políticas como «enfocadas en integrar a los trabajadores en la gestión de la producción, aprovechar su experiencia y creatividad para resolver problemas y racionalizar la producción, así como inducirlos a identificarse con los medios de producción como suyos».[72]

Sin embargo, ninguna discusión sobre el camino propuesto por el Che hacia la lucha por el Futuro estaría completa sin poner de relieve su fuerte promoción del trabajo voluntario. Luego de que las masas se hubieran movilizado exitosamente en octubre de 1962 (durante la Crisis de los Misiles) y octubre de 1963 (después del daño causado por el huracán Flora), el Che hizo el llamado de que «el espíritu de octubre» perdurara «todo el año, cada mes, cada día»; ese espíritu consistía en «considerar el trabajo de cada uno en cada momento como una tarea fundamental para el país, sea el que sea, sin importar cuán humilde o simple sea». Dentro del Ministerio mismo, el Che creó el Batallón Rojo, consistente cada uno en brigadas de diez trabajadores del Ministerio, todos comprometidos con un mínimo de 80 horas de trabajo voluntario en seis meses y, entregados a una competencia y emulación amistosa — en la que el Che también participó—, los miembros de la brigada de hecho sobrecumplieron la tarea.[73] En particular, argumentó, «la emulación debe ser la base fundamental para el desarrollo de la conciencia socialista y para obtener logros en la producción y la productividad».[74]

5. La necesidad de caminar en dos piernas

Para el Che, se crea conciencia socialista mediante la práctica, mediante la creación de espacios para el protagonismo colectivo. Por el contrario, señaló que el interés material como palanca económica constituía «el gran caballo de Troya del socialismo».[75] Reforzar la enajenación y el individualismo heredados del capitalismo, significa retroceder. Este individualismo, no obstante, «prevalece en la conciencia de las personas» durante el período de transición; por tanto, creía que era necesario encontrar vías para lograr que el interés material se desvaneciera.

Una vía era emplear el interés material para guiar a las personas de manera que pudieran ver su trabajo como una contribución social y un deber. Con clasificaciones de los salarios — establecidas tras la evaluación laboral— , los trabajadores del Ministerio de Industrias podían obtener retribuciones adicionales si sobrecumplían las normas establecidas, pero nunca podían obtener un ingreso equiparable al del grupo siguiente en la escala salarial. No obstante, podían recibir clases y desarrollar sus capacidades: «por ejemplo, asistir a una escuela donde se te paga el salario y donde adquieres una nueva calificación. Al regresar a la fábrica, esta nueva calificación se convierte automáticamente en un aumento de salario. Ello significa que se trata de un incentivo material, pero ese incentivo material no se deriva directamente de la relación entre el trabajo y lo recibido por él».[76]

No obstante, más importante que tratar de subvertir el incentivo material era la necesidad de que el individuo aprendiera a «identificarse con su trabajo» y para ello el trabajo voluntario constituía la «escuela que crea conciencia». La transformación del trabajo, de «una necesidad humana desagradable… a una necesidad moral y una necesidad interna», era esencial y el Che argumentaba que el combate contra el incentivo material como principal resorte es responsabilidad del Partido: «la acción del Partido de vanguardia es la de levantar al máximo la bandera opuesta, la del interés moral, la del estímulo moral, la de los hombres que luchan y se sacrifican y no esperan otra cosa que el reconocimiento de sus compañeros».[77]

El aumento de la conciencia y de la producción puede ir al unísono. El Che sostenía «que el desarrollo de la conciencia hace más por el desarrollo de la producción en un tiempo relativamente corto que el incentivo material».[78] Pero lo importante era el equilibrio, la necesidad de caminar sobre dos piernas. Insistía en que era esencial transformar la conciencia como parte del «aspecto dual de la construcción del socialismo. La construcción del socialismo no es ni una cuestión solo de trabajo ni una cuestión solo de conciencia. Combina el trabajo y la conciencia, expande la producción de bienes materiales mediante el trabajo a la vez que desarrolla la conciencia».[79]

En este sentido, Tablada plantea que para el Che «la planificación debe considerar y conjugar dos elementos:

● La creación de las bases para el desarrollo económico de la nueva sociedad, su regulación y control.

● La creación de un nuevo tipo de relaciones humanas, del hombre nuevo».

Reducir la planificación a una noción económica «sería deformarla desde el principio».[80] Al igual que Marx, el Che comprendió que la naturaleza del producto humano depende de las relaciones dentro de las que las personas interactúan. La conciencia socialista no se desprende automáticamente del desarrollo de la producción.

Más que las medidas específicas que él concibió en su momento, el legado del Che es haber reconocido que, si se desea que prevalezca el Futuro, es esencial crear las condiciones en las que se desarrolle la conciencia socialista.

Actualización: «el péndulo guevariano» y la dependencia del camino

Obviamente, la meta y el camino hacia esa meta en aquella época estaban bien claros para el Che. Nunca sabremos si él habría ajustado o cambiado completamente sus medidas específicas en el más de medio siglo que ha transcurrido desde que salió de Cuba y de este mundo material. Sin embargo, podemos valorar la era post-Che en Cuba a la luz de los fundamentos establecidos por este pensador.

En su capítulo sobre el legado del Che en Cuba, Yaffe indaga en las fases de la historia económica de la Revolución Cubana, las describe como «un péndulo que oscila entre lo deseable y lo necesario». El «péndulo guevariano», propone esta autora, «refleja la habilidad de Cuba de impulsar hacia adelante el desarrollo socialista, mediante la creación de nuevas formas sociales y políticas, sin retroceder hacia mecanismos capitalistas para resolver los problemas económicos».[81]

Hayan sido o no oscilaciones de un péndulo — con su regularidad— o si cada subperíodo — que ella clasifica como «oscilación que se aleja» u «oscilación que se acerca»— ha sido o no realmente una oscilación, no cabe dudas de que han ocurrido cambios significativos en el recorrido de Cuba. En específico, tras la partida del Che, el mecanismo de planificación soviético, con su foco de atención en el interés material, fue cada vez más dominante y se oficializó con la adopción en 1976 del Sistema de Dirección y Planificación de la Economía. Luego de diez años de puesto en práctica, no obstante, ese modelo fue fuertemente rechazado a partir de 1986, en lo que se denominó «Rectificación».

Se rechazaron los conocidos esquemas perversos típicos del «Socialismo Real», esquemas que el Che comprendió bien.[82] El 8 de octubre de 1987, Fidel aseveró que el Che se habría «horrorizado» al ver lo que había surgido en Cuba. Se habría «horrorizado» al ver que había «empresas que por ser rentables robaban» y que mentirían «para cumplir y sobrecumplir fraudulentamente el plan». Se habría sorprendido con que «el trabajo voluntario fuera una especie de tontería» y que los caminos «conducen a todos los vicios y a todas las enajenaciones del capitalismo». El Che habría dicho «está pasando precisamente lo que yo creía que les iba a pasar». Fidel argumentó que si hubiéramos estudiado el pensamiento económico del Che habríamos estado mejor preparados, e hizo un llamado a los miembros del Partido y a los economistas «para que estudien y conozcan el pensamiento político y el pensamiento económico del Che».[83]

El potencial latente en la Rectificación puede apreciarse en la decisión del Partido en 1990 de iniciar una amplia discusión antes del Cuarto Congreso del Partido Comunista. Lo anterior desencadenó propuestas de la población, resumidas por Juan Valdés Paz como «demandas de descentralización; desburocratización; desestatización; y de mayor participación popular».[84] No obstante, nunca sabremos lo que habría ocurrido si Cuba hubiese emprendido ese camino en aquel momento.

Mientras que la Rectificación generó el impulso para la creación de los Consejos Populares (nuevos órganos locales de participación), su potencial, y el de la propia Rectificación, no se materializó debido a la necesidad de responder inmediatamente a la crisis producida por un potente impacto externo: el colapso y desaparición del bloque soviético después de 1989.

Cuba perdió el 80 por ciento de su comercio, incluidas las importaciones de petróleo — lo que provocó un abrupto declive de la producción nacional y la pérdida de ingresos por concepto de reexportaciones— y el PIB cayó un tercio. «¡Todo para el frente!» significaba luchar por la supervivencia, algo que se logró milagrosamente. Durante el «Período Especial», marcado por el hambre, un cambio impuesto hacia la agricultura orgánica y serias dificultades en el transporte tanto urbano como a lo largo de todo el territorio, Cuba se volteó considerablemente hacia el turismo como una fuente de divisas para pagar las necesarias importaciones. Con la entrada de divisas del turismo y las remesas de los cubanos en el exterior, a lo que se añadió el creciente apoyo de la Venezuela de Chávez a cambio del suministro de servicios médicos y deportivos por parte de la isla, los primeros años del siglo XXI marcaron una definitiva mejoría económica.[85]

Este fue también, no obstante, un período en el que tuvo lugar un suceso político de envergadura: la Batalla de Ideas. Propiciado por el éxito de las movilizaciones masivas durante la campaña por el regreso del niño secuestrado Elián González, Fidel puso énfasis en la importancia de las ideas como herramienta principal para combatir el imperialismo estadounidense. En particular, el programa se enfocó en la educación de los jóvenes, especialmente los menos privilegiados. Fidel señaló en febrero de 2003 que, a pesar de los logros brindados a todos los ciudadanos, «no ha logrado el mismo éxito en la lucha por erradicar las diferencias en el status social y económico de la población negra del país». Apuntó que un aspecto de este fenómeno era la desigualdad con respecto al acceso a la educación superior: «La posibilidad de estudiar, superarse y obtener un título universitario fue siempre patrimonio exclusivo de los sectores que poseían más conocimientos y recursos económicos. Solo por excepción los pobres escapaban de este fatalismo». Ahora, como resultado de la Batalla de Ideas, «se alcanzó un viejo sueño: la universalización de la educación superior… Este programa ha significado posibilidades inéditas para jóvenes y adultos que antes no podían llegar jamás a la Educación Superior y ahora se incorporan al propósito revolucionario de alcanzar una cultura general integral para todos los ciudadanos».[86]

La Batalla de Ideas incluía otros muchos aspectos, como grandes inversiones en la educación (aumento de la preparación de maestros para reducir el tamaño de los grupos a 20 estudiantes, la preparación de profesores de arte y la disponibilidad de computadoras, televisores y reproductoras de video para las aulas de primaria y secundaria, etc.). Según las palabras del pasado año del colectivo La Tizza, acaso la parte más inspiradora de esta campaña con la que Fidel «elevó la autoestima de los jóvenes, especialmente de los más desfavorecidos, y logró reconectarlos con el proyecto revolucionario», fue la creación de los «trabajadores sociales».[87]

En su discurso de diciembre de 2004, Fidel indicó que las nuevas escuelas de trabajadores sociales ya habían graduado más de 21.000 jóvenes, que constituyen ahora «un verdadero contingente de apoyo y solidaridad social». Algunas de las actividades de este grupo, casi todas ejecutadas por mujeres jóvenes provenientes de contextos desventajosos, se correspondían con las categorías normalmente reconocidas como trabajo social; por ejemplo, visitar comunidades para encontrar y trabajar con jóvenes desvinculados, así como realizar encuestas, puerta por puerta, a lo largo de toda la nación. Estos estudios permitieron detectar 37.000 ancianos que requerían atención personalizada en sus hogares. Otras actividades fueron únicas y vincularon directamente a los trabajadores sociales con las necesidades de la Revolución; por ejemplo, se les asignó la tarea de sustituir los bombillos incandescentes en los hogares por bombillos compactos y fluorescentes ahorradores de energía. Más dramático, a más de 10.000 trabajadores sociales se les asignó la tarea de ocuparse de más de 2.000 gasolineras durante varias semanas, con el objetivo supervisar la entrega de combustible desde las refinerías. El ejercicio develó que la mitad del ingreso por las ventas de combustible se estaba perdiendo debido al robo y la corrupción.[88] Aunque la Batalla de Ideas fue rechazada por algunos que «perdieron completamente la noción de su significado, miles de jóvenes en áreas marginales» se reconectaron con el proyecto revolucionario.[89]

Sin embargo, Fidel pronto se vio obligado a renunciar a sus deberes presidenciales por razones de salud. Las implicaciones pronto fueron evidentes. En pocos años, Cuba emprendió un camino que José Luis Rodríguez, exministro de Economía, describió como «un período de profundos cambios».[90] Las señales iniciales aparecieron en el primer discurso importante de Raúl Castro como presidente interino en julio de 2007, donde habló de la necesidad de «transformar concepciones y métodos que fueron los apropiados en su momento, pero han sido ya superados por la propia vida».[91]

En los dos años siguientes se eliminaron una serie de, lo que Raúl denominó, «prohibiciones innecesarias» que afectaban a los consumidores, se distribuyeron tierras estatales ociosas en usufructo a personas naturales y cooperativas, y la gestión de las barberías estatales fue entregada a sus trabajadores. Al enfatizar en la insostenibilidad del presupuesto estatal, Raúl señaló la necesidad de recortar los gastos debido al efecto de los daños del huracán y la desaceleración económica mundial — que afectó tanto al turismo como a los ingresos por exportación de níquel—. Por indicación de la dirección, el periódico del partido, Granma, informó en septiembre de 2009 que el gobierno comenzaría el proceso de cierre de 24.700 comedores en los centros de trabajo, y publicó un editorial firmado en octubre, argumentando que la libreta, la cartilla mensual de racionamiento, debería ser reemplazada por subsidios destinados solo a los necesitados.[92]

Al año siguiente, el gobierno cubano avanzó por el siguiente camino: aumento de 50 años a 99 años del plazo máximo de arrendamiento de tierras a los inversionistas extranjeros, anunciando — a través de la Central de Trabajadores de Cuba— que medio millón de trabajadores del sector estatal serían despedidos para abril de 2011, flexibilizando los requisitos para otorgar licencias a empresarios privados y, finalmente, en noviembre de 2010, se publicó un borrador de los Lineamientos, las directrices de la política económica sobre las cuales la Comisión de Política Económica del Partido había trabajado extensamente. Los Lineamientos propuestos estaban destinados a establecer cambios profundos en los conceptos y estructuras subyacentes al modelo cubano, cambios descritos como la «actualización» del modelo cubano.[93]

Raúl no dejó lugar a las dudas sobre la importancia de los cambios previstos. En declaraciones a la Asamblea Nacional el 18 de diciembre de 2010, argumentó que:

Es necesario cambiar la mentalidad de los cuadros y de todos los compatriotas al encarar el nuevo escenario que comienza a delinearse. Se trata sencillamente de transformar conceptos erróneos e insostenibles acerca del Socialismo, muy enraizados en amplios sectores de la población durante años, como consecuencia del excesivo enfoque paternalista, idealista e igualitarista que instituyó la Revolución en aras de la justicia social.

Como ejemplo, señaló la libreta, la cartilla de racionamiento: «no pocos identificamos la libreta de abastecimientos como un logro social que nunca debiera suprimirse». Si bien su establecimiento estaba destinado a ayudar a las personas necesitadas, ahora es la fuente de muchos problemas: «constituye una expresión manifiesta de igualitarismo, que beneficia lo mismo a los que trabajan y a aquellos que no lo hacen». Estos eran algunos de los muchos problemas que debían abordarse en los Lineamientos, y concluyó que «o rectificamos o ya se acabó el tiempo de seguir bordeando el precipicio, nos hundimos, y hundiremos».

Las amplias discusiones organizadas en los centros de trabajo, en las comunidades y en las instituciones sociales produjeron muchas enmiendas y adiciones a los Lineamientos, pero el resultado más sorprendente de esta consulta fue una oposición significativa a la eliminación de la libreta y a la reducción del empleo estatal, lo cual no es sorprendente ya que los artículos subsidiados de primera necesidad y el pleno empleo habían sido parte del contrato social cubano desde los primeros días de la Revolución.[94] Tal como Raúl lo había entendido, con respecto a la libreta muchos cubanos la consideraban «un logro social que nunca debiera suprimirse».[95] Tomando en consideración dicha oposición, el partido decidió proceder con las reformas, pero hacerlo solo gradualmente.

Otros objetivos de los Lineamientos aprobados por el 6o Congreso del Partido Comunista en 2011 incluyeron la reducción de la propiedad y el empleo estatales, el fomento de un amplio sector de propiedad y gestión no estatal, la expansión de los mercados y el papel atribuido a ellos, un nuevo enfoque en el incentivo material individual, la creación de un mercado laboral libre y el potencial de acumulación por parte de las pequeñas y medianas empresas privadas.

En su artículo, «A Lot Done but Much More to Do» (Mucho se ha hecho pero falta mucho más por hacer), el economista cubano Juan Triana elogió «la asimilación política e ideológica de la necesidad de cambio» y argumentó que, entre estos, «los cambios que se introducirán en el sistema empresarial estatal son claramente los más significativos porque la economía del país y una parte sustancial del empleo se concentran en estos». Esos cambios implican aumentar la autonomía económica y financiera, la autofinanciación efectiva de las empresas estatales, «un viejo objetivo no alcanzado que se remonta a la década de 1970 cuando Cuba comenzó su primera “apertura” bajo el Sistema de Gestión Económica».[96]

En su conjunto, no es sorprendente — como señala Al Campbell— «un profundo temor de los partidarios del esfuerzo de medio siglo de Cuba para comenzar a construir el socialismo — y una esperanza igualmente ferviente en los opositores— de que las reformas actuales llevarán a Cuba de vuelta al capitalismo».[97] Recordando la opinión del Che en 1964 sobre las decisiones del Partido Comunista de Polonia, no puede haber duda de que este habría sido su temor. Campbell propone, sin embargo, que existen barreras importantes para la restauración del capitalismo. Tal vez lo más significativo en este momento es la determinación de los líderes del Partido de evitar esto y construir en su lugar un «socialismo próspero y sostenible». El punto se ilustra con la declaración de Raúl de que «no me eligieron Presidente para restaurar el capitalismo en Cuba ni para entregar la Revolución. Fui elegido para defender, mantener y continuar perfeccionando el socialismo, no para destruirlo».[98]

Sin embargo, incluso sabiendo a dónde se desea llegar, eso no significa que se llegará allí. Una vez iniciado el camino hacia la meta de un socialismo próspero y sostenible, ¿podría esto llevarnos hacia otro lugar? ¿De hecho, en qué se diferenciaría este camino de uno en el que la meta consciente sea el capitalismo? Al igual que en el caso de los sistemas dinámicos inestables, ligeras variaciones al comenzar un camino pueden conducir en última instancia a grandes diferencias en los resultados.[99] Y una vez iniciado, puede resultar muy difícil abandonarlo.

La dependencia del camino es un concepto bien conocido en economía y en los estudios de cambio institucional, que explica cómo las elecciones una vez tomadas pueden hacer que sea más fácil permanecer en un camino en lugar de cambiar el rumbo. Tomemos en consideración la posibilidad de que terminemos en lo que el Che llamó «callejón sin salida. Y terminas allí después de haber viajado una larga distancia con muchas encrucijadas, y es difícil averiguar dónde tomaste el giro equivocado». Los pasos iniciales importan: de hecho, la observación que regularmente se hace con respecto a la dependencia del camino es que «la historia importa».[100]

En el caso de la «actualización» del modelo cubano, en resumen, el camino puede conducir a otro objetivo que no sea el anunciado, porque precisamente, en lugar de reconsiderar el rumbo, la respuesta lógica a cada barrera puede convertirse en dar más pasos adelante (y más rápidos). Y se volverá más probable si hay una corriente organizada que promueva esto como lo racional. Los economistas cubanos juegan ese rol. Como propone Anthony Maingot, «podría decirse que son los economistas los intelectuales orgánicos más importantes en esta búsqueda de reformas». Podemos entender su perspectiva a partir de su declaración de que lo nuevo que «no puede nacer» no es socialismo. «Hoy, decididamente es justo lo contrario en Cuba».[101] ¿Lo «viejo» que está muriendo es, entonces, el modelo cubano o el socialismo?

Analicemos el consejo de los economistas cubanos. Al igual que los economistas neoclásicos del capitalismo, que defienden sus teorías frente a resultados imprevistos, su respuesta pudiera ser: ¡simplemente no hemos ido lo suficientemente lejos! En este sentido, los economistas cubanos, al igual que sus homólogos soviéticos, actuarían como portavoces del capital, siempre inclinados a proponer otro paso en dirección al capitalismo, en el nombre de (su) ciencia versus dogma.[102]

Omar Everleny, por ejemplo, exclamó recientemente: «Ojalá se implementaran las reformas que los economistas llevan décadas proponiendo». Pero podrían no ser aceptadas, sin embargo, debido a «preceptos políticos e ideológicos enraizados en sus esferas de dirección». Del mismo modo, Juan Triana se refirió en 2021 a 30 años de una profunda crisis económica, «30 años posponiendo y demorando cambios necesarios en lo económico, desconociendo la existencia de leyes objetivas, que al final se imponen», y señaló entre las razones para ello, poner «por encima de los intereses de la nación los de organizaciones particulares». Por su parte, Pedro Monreal se había quejado en 2007 de que «los economistas académicos como él», a diferencia de los que trabajan en el plan estatal y dentro de los ministerios, no son escuchados. La influencia en este sentido «nunca es una cuestión para los profesionales técnicos… Son decisiones que básicamente se corresponden con cuestiones políticas». Más recientemente, Triana elogió la «actualización» porque finalmente hay claridad con respecto a la aceptación de la necesidad de inversión extranjera, pero aún enfrenta «incuestionables prejuicios que son difíciles de eliminar rápidamente».[103]

Ciencia versus dogma. «Son problemas económicos que solo se superan con soluciones económicas», insiste Everleny. Eso requiere, sin embargo, «audacia y valor para romper dogmas». Pero, ¿cuáles son los prejuicios, las premisas ideológicas y los dogmas que estos científicos económicos han lamentado? Muy simple, el «modelo cubano» existente, el modelo actualmente en proceso de «actualización», para lo cual «se ha hecho mucho, pero queda mucho más por hacer».[104]

Intentar describir brevemente el modelo cubano existente seguramente ofenderá tanto a aquellos que lo entienden íntimamente como a aquellos que tienen una concepción predeterminada del mismo. Sin embargo, si no se hace el intento es imposible comprender el significado de la «actualización» y sus perspectivas.

Liderada por su Partido Comunista, Cuba ha sido capaz de derrotar más de 60 años de esfuerzos contrarrevolucionarios de la potencia más fuerte de la tierra: el imperialismo estadounidense. En su intento por construir el socialismo, el Partido ha utilizado la planificación estatal para desarrollar sectores clave, ha proporcionado pleno empleo (a través del Estado), ha asegurado la educación gratuita universal, la atención médica gratuita universal y artículos de primera necesidad subsidiados de forma universal (por lo tanto, un ideal igualitario). Su modelo de socialismo se refiere principalmente al Estado — más que a los procesos de autogobierno y autogestión—, y es una variante del modelo «el director y los dirigidos» en el que la autoconcepción del director de orquesta es que «sin mí, habría caos».[105] En consecuencia, la dirección del partido concibe su responsabilidad como una forma de asegurar la supervivencia y la realización de los objetivos de la revolución y, con este fin, ha movilizado a las masas para luchar contra los efectos de los desastres naturales y con el propósito de consultar las propuestas del partido.

El camino actual del modelo cubano «actualizado» es el producto de dos fuerzas. Por un lado, existe la tendencia a una creciente dependencia de las fuerzas del mercado, la creación de un sector capitalista significativo y un ejército de mano de obra de reserva, una mayor apertura al capital extranjero y liberar del control estatal a las empresas estatales. Por otro lado, por parte de la dirección superior del partido existe cautela en cuanto a los procesos espontáneos incontrolados — dada la amenaza omnipresente del imperialismo— y el reflejo de dicha cautela en los que están en la parte más baja en la jerarquía, quienes son expertos en obedecer reglas y en explicar consecuentemente «no, no es posible». Como resultado, las reformas proyectadas son lentas, y el patrón ha sido de retrasos, baches y retrocesos en el camino.[106]

¿Pero hacia dónde va el camino? «Actualizar» el modelo económico cubano preservando la responsabilidad del Estado parece ser un camino en la dirección del «socialismo de mercado» — o cualquier otro eufemismo que se prefiera— de China y Vietnam. Eso no debería ser una sorpresa, ya que los economistas cubanos han estado enamorados de los modelos y la experiencia de esos dos países.[107] Por supuesto, está la pregunta planteada de si Cuba podría proceder con éxito copiando ese camino.

A diferencia de China y Vietnam, Cuba no tiene grandes reservas de población en el campo para aprovechar como fuente de mano de obra barata en la actividad orientada a la exportación, ni es probable que tenga el mismo acceso a los mercados estadounidenses que esos países.[108]

En cualquier caso, el camino futuro del modelo actualizado no puede analizarse aislado de su pasado y presente. El bloqueo de larga data y su endurecimiento — como ocurrió con las medidas Trump-Biden— ha limitado severamente el acceso a la divisa que es esencial para importar artículos de primera necesidad — como alimentos y petróleo— , lo que ha dejado a Cuba vulnerable a la suerte (o a la falta de ella) de los aliados internacionales que en el pasado redujeron los déficits de Cuba en los pagos internacionales. Pero tener en cuenta el pasado también significa que no podemos ignorar los resultados que históricamente ha tenido la manera en que el Partido ha interpretado su responsabilidad en el desempeño económico de Cuba, tales como la ineficiencia de las granjas estatales, las exigencias del Estado a la producción agrícola y la falta de oportunidades para el protagonismo de los trabajadores en las empresas estatales, lo que ha resultado en alienación y baja productividad en la industria.[109]

Desgraciadamente, Cuba ha sufrido ahora otro choque externo. No solo la pandemia y sus efectos internos sumados a la paralización del turismo durante dicho período, sino que además países como Brasil han expulsado a los médicos cubanos, y los Estados Unidos han creado nuevas barreras al flujo de remesas hacia Cuba. El resultado ha sido un efecto desastroso sobre las balanzas comerciales y los déficits presupuestarios del Estado. Añádase a eso el efecto del «autogol» de Cuba al llevar a cabo su tan necesario reordenamiento monetario, su reforma monetaria, al compás de una crisis económica.

El resultado es lo que German Sánchez Otero, exembajador cubano en Venezuela, describió en 2021 como una «tormenta perfecta», caracterizada por «la escalada abrumadora de los precios de los alimentos y de otros artículos de primerísima necesidad, la sensible escasez de medicamentos, el incremento de la corrupción, las minimafias relacionadas con negocios ilícitos, las ineficiencias y debilidades de cuadros de dirección y las insuficiencias de instituciones a diferentes niveles».[110]

Resulta difícil no comparar los efectos de este choque externo con el anterior, que marcó el comienzo del Período Especial. Además de la carestía y «la escalada abrumadora de los precios de los alimentos y de otros artículos de primerísima necesidad», ha habido cortes de electricidad debido a la escasez de petróleo, colas de un día para comprar artículos de primera necesidad como el pan y un aumento de los precios de los servicios públicos (por ejemplo, el transporte de La Habana experimentó un aumento de precios del 500 por ciento). En febrero de 2022, Oscar Fernández comparó esta situación con el Período Especial, señalando que

la magnitud de la crisis aún no sea tan grande o por lo menos el decrecimiento acumulado quizás no sea tan grande, pero los impactos puede que sean similares, incluso peores para muchas familias, porque la cobertura social, digamos las garantías sociales, el colchón sobre el que caen las familias desfavorecidas en este contexto, es mucho más delgado que sobre el que caímos la mayoría durante los años 90.[111]

Sin lugar a dudas, la situación económica actual es muy grave. Cuba necesita hacer frente a su grave escasez de alimentos y combustible; sin embargo, esos problemas no se pueden resolver de la noche a la mañana, y el problema inmediato adopta la forma de extrema escasez de las divisas necesarias para importar artículos de primera necesidad. En respuesta a ello, el gobierno ha intentado recaudar todo el MLC (Moneda Libremente Convertible) posible mediante la creación de tiendas MLC que venden bienes de consumo que de otra manera no estarían disponibles. Sin embargo, con el fin de concentrar todo el MLC disponible en manos del gobierno, se decidió no establecer un mecanismo formal que les permitiera convertir en MLC al tipo de cambio oficial (de 24 pesos por dólar) a quienes solo ingresan pesos. Como resultado de un exceso de demanda de MLC, el valor del peso se ha reducido en el mercado informal o mercado negro (en un estimado de 100 pesos por dólar); esto ha acelerado la inflación (y ha reducido aún más los salarios reales) mucho más de lo que ya ocurría como resultado del reordenamiento monetario que se produjo en enero 2021. La desigualdad ya existente se ha incrementado más.

Y eso nos lleva a hablar de la especial tragedia que implica la situación actual; en un país cuya revolución valoraba el igualitarismo, la desigualdad ha aumentado desde la década de 1990. En su charla en el Centro Martin Luther King el 15 de octubre de 2020, Juan Valdés Paz llamó la atención sobre este patrón y predijo que «cuando lleguemos al 2025 tendremos una sociedad mucho más desigual que la que ahora tenemos, que la que hoy tenemos». Pero enfatizó que la desigualdad, aunque creciente, no es el verdadero problema. Más bien, el problema es que este patrón de desigualdad «contiene ya una considerable franja de pobreza» y eso está creciendo: «tenemos cada vez más pobres. No hay política para la pobreza, es más, la palabra pobreza no aparece en un solo discurso oficial. No hay un funcionario cubano que se atreva a decir pobreza».

Y la situación es peor «porque los negros y mulatos están sobrerrepresentados en esa franja de pobreza, están sobrerrepresentados en los peores indicadores: el menor ingreso, la pobreza, la falta de vivienda, los peores empleos, etcétera. Por tanto, hay tendencias objetivas para que el tema de la racialidad se nos vuelva un problema socialista a nosotros y al enemigo una base sobre la que está actuando con mucha energía».[112] Si la pobreza no es tema de discusión entre gente fina, tampoco lo es el tema de la raza [color de piel]. Como comentó Esteban Morales, el recientemente fallecido erudito afrocubano, «nuestras estadísticas económicas no permiten cruzar color de piel, con variables de empleo, vivienda, salarios, ingresos, etc. Esto nos impide investigar, en profundidad, cómo avanza el nivel de vida de los diferentes grupos raciales. Especialmente aquellos que anteriormente estaban en desventaja». El punto obvio es que «mientras el tema racial no sea tratado de manera sistemática y coherente, a un nivel integral, y se refleje de manera confiable en nuestras estadísticas y en nuestros medios de comunicación, no podemos aspirar que el país avance socialmente en el tema».[113]

Precisamente por la falta de estadísticas oficiales, el estudio de la «reestratificación» de la sociedad cubana realizado por Hansing y Hoffmann aporta algunos datos interesantes. Sobre la base de extensas entrevistas y muestras, argumentan que no solo ha habido una creciente desigualdad desde la década de 1990, sino que es más marcada sobre la base de la raza. Estiman que, mientras que el 95 por ciento de los afrocubanos reportan un ingreso anual inferior a 3.000 CUC, solo el 58 por ciento de los cubanos blancos entran en esta categoría de ingresos más bajos. Además, los niveles de ingresos superiores a 5.000 CUC se limitan casi exclusivamente a los cubanos blancos.[114] En términos de cuentas bancarias, entre los cubanos blancos, el 50 por ciento de los encuestados informó tener una cuenta, mientras que «entre los afrocubanos, esta cifra fue de solo el 11 por ciento». Entonces, ¿quién recibe las remesas que permiten el acceso a las tiendas MLC? Hansen y Hoffmann señalan que, según los datos del censo de los Estados Unidos, de los más de 1,8 millones de cubanoamericanos, el 85 por ciento son blancos.[115]

¿La actualización y el viraje hacia el mercado mejorarán o empeorarán las cosas? Mayra Espina Prieto y Dayma Echevarría señalan que el proceso de actualización omite considerar los problemas de pobreza, desigualdad de raza y género y los mecanismos sociales que reproducen de manera estructural los procesos de exclusión social. Debido a que la plataforma del proceso de actualización es insuficiente al respecto, concluyen que «la reconfiguración se acompaña de un ensanchamiento de las brechas de equidad y de la permanencia de la pobreza y las desventajas».[116]

La actualización, en resumen, proporciona más aspectos preocupantes. Hubo un momento, señaló Juan Valdés Paz, en que el empleo estatal representó el 95 por ciento del total. Ahora se encuentra en un «75 por ciento y hay un compromiso del Estado de no emplear más del 60, es decir, ser el empleador de no más del 60 por ciento de la fuerza de trabajo del país. Esto quiere decir que todavía se tiene que desprender de casi un millón más de trabajadores». Presumiblemente, los empleos para el resto serían proporcionados por el trabajo por cuenta propia, micro/pequeñas/medianas empresas privadas la última empleando no más de 100 trabajadores], empresas familiares y cooperativas. Hasta ahora, sin embargo, el establecimiento del marco legal para ello — especialmente para los trabajadores de empresas privadas y cooperativas no agrícolas— ha sido muy lento.[117]

Pero supongamos que todo esto está resuelto y que Cuba logra desandar su camino de actualización. ¿Qué es lo nuevo que se está construyendo? Hay un «problema, del que curiosamente no hablamos», señala Valdés Paz. Como marxistas, «nunca nos preguntamos cómo evoluciona la estructura socioclasista de la sociedad cubana». Sí, esto significa el surgimiento de una burguesía; significa que la «estructura socioclasista del país está evolucionando de una manera muy diferente a como la construyó el socialismo cubano hasta los años ochenta». Y agrega que «la estructura social se mueve a una mayor estratificación, diversidad, complejidad de intereses y dinámicas nuevas y diferentes a las que hemos conocido, con efectos políticos “x”».[118]

La doctrina del shock y el camino

El 11 de julio de 2021 Cuba recibió otro choque, esta vez interno. Bajo la etiqueta y el lema #SOSCuba, organizado y difundido por contrarrevolucionarios — tanto externos como internos—, gran número de personas salieron a las calles para manifestarse. La triste realidad es que el llamado a protestar cayó sobre terreno fértil: las personas que estaban sufriendo en medio de esa tormenta perfecta. Por ejemplo, las protestas comenzaron cuando cientos de personas se manifestaron en San Antonio de los Baños (en la provincia de Artemisa) por cortes de energía prolongados y constantes, pero dada la alta incidencia de la Covid-19 en esa localidad, también estuvo marcada por la consigna: «¡Queremos vacunas!»[119]

Como detalla Helen Yaffe, los residentes estaban respondiendo a un llamado en la página de Facebook de «Danilo Roque» — con la cabeza decapitada de Díaz-Canel, el presidente cubano, como su foto de perfil—, quien había llamado a los cubanos a salir a las calles varias veces desde 2019 en vano. Sin embargo, como le dijo a un periodista, «luego la situación empeoró con el COVID-19 y la falta de medicamentos»; en consecuencia, dado el calor del verano y la propagación de la Covid, los apagones crearon esa «ocasión oportuna», dijo Roque. «Mi equipo y yo decidimos que este era el momento de atacar, dado que el gobierno estaba concentrado en la COVID-19».[120]

Transmitidas en vivo en las redes sociales (en sitios como Cuba Decide, establecido en Miami en 2015), las protestas se extendieron por todo el país, ocurriendo en al menos seis provincias de catorce, y alcanzando su punto álgido en La Habana, donde se estima que 3.000 personas marcharon, muchas coreando consignas antigubernamentales. Hubo muchos casos de violencia: lanzamiento de piedras entre manifestantes y contramanifestantes (que respondieron a la declaración de Díaz-Canel en la televisión, «Que los revolucionarios salgan a las calles»). Los coches de policía fueron volcados en varios lugares, un hospital infantil fue apedreado y las tiendas del MLC fueron atacadas y saqueadas (con videos que mostraban a personas llevando electrodomésticos, colchones, jabón y papel higiénico).

Si bien la descripción inmediata de Díaz-Canel de las protestas como un «golpe blando» habla del objetivo de los instigadores, es importante reconocer que, si bien la mayoría de la población cubana continúa apoyando al gobierno, «las protestas se originaron en los barrios obreros con los mayores problemas sociales».[121] Nada de esto había sucedido en Cuba desde la protesta en el Malecón durante el Período Especial, la cual fuera dispersada después de la aparición de Fidel en la demostración.

Pocos días después del 11 de julio — pero presumiblemente escrito antes—, Sánchez Otero describió a Cuba como en un estado de «pesimismo e incertidumbre extendido entre muchas personas que se identifican como revolucionarias y patrióticas». En estas circunstancias, no es sorprendente que el gobierno recurriera a aquellos que nunca están inseguros: los economistas. En entrevistas un mes después del 11 de julio, Triana explicó quién tenía la culpa: «Constatamos lo que ocurre cuando la aplicación de las políticas no cumple su cometido y no satisfacen las expectativas de una parte o de toda la sociedad, cuando se demoran sin necesidad, cuando la burocracia usurpa el tiempo que no le pertenece. Que internamente existía una situación objetiva que podía desembocar en algo así, era muy evidente». (En esta ocasión, tanto Triana como el economista Henry Colina expresaron su aprobación, por otro lado, por la reciente inclusión de economistas en el proceso de desarrollo de políticas y medidas, especialmente durante la presidencia de Díaz-Canel).[122] El mensaje era claro, como se señaló anteriormente, en enero Everleny exclamó: «Ojalá se implementaran las reformas que los economistas llevan décadas proponiendo».[123]

Una crisis grande no puede desaprovecharse, y esta constituyó una oportunidad para penetrar más en el camino que habían elegido. Las propuestas de Everleny para frenar la inflación incluyen «quitar las trabas o decisiones que vienen de “órganos superiores” para orientar a las empresas estatales», «permitir las inversiones en el comercio minorista por parte de privados o empresas extranjeras, eliminando el monopolio estatal sobre el comercio minorista» y «permitir a las mipymes que puedan importar sin intermediarios estatales». Del mismo modo, al mes siguiente, entre las propuestas para aliviar la crisis económica hechas por seis economistas entrevistados por la revista cubana Alma Mater, aparecieron regularmente las siguientes: abrir los mercados de bienes de consumo a las corporaciones extranjeras (como en Panamá), aumentar la inversión extranjera directa y eliminar el monopolio estatal del comercio exterior. En una propuesta de mayor alcance, Antonio Romero propuso «sustituir el mecanismo aún vigente de planificación centralizada de la economía, que en la práctica consiste en la asignación centralizada de recursos, perennemente escasos». Del mismo modo, en su blog, Pedro Monreal propuso que «el emergente tejido empresarial parece ser incompatible con un esquema de planificación centralizada».[124]

Como dijo Everleny: «El gobierno debería pensar más en cómo abrir la economía, crear más mercados, como en los países China y Vietnam, donde la economía ha jugado un papel diferente debido a la contribución del sector privado». En este contexto, es interesante señalar paralelismos con las propuestas de un abierto opositor de la Revolución Cubana, Elías Amor Bravo, un economista cubano que enseña en España: acabar con los controles y subsidios, reducir las presiones estatales sobre la economía, dejar que los salarios sean determinados por el mercado, privatizar las empresas estatales de manera ordenada, unirse al FMI y al Banco Mundial y finalmente que «Cuba tendrá que dar un giro de 180º y volver a la economía ortodoxa, como Vietnam o China. Las aventuras colectivistas han llegado a su fin».[125]

La «doctrina del shock» en el capitalismo se refiere al uso de crisis y shocks para echar a un lado las barreras que obstaculizan el avance de las políticas neoliberales. En Cuba los economistas han utilizado los choques externos e internos para abogar por la superación de la vacilación del gobierno en el avance hacia lo que podría denominarse el camino capitalista. No hay nada inherente, sin embargo, en el efecto político de un shock porque todo depende de la correlación de fuerzas. Un shock ofrece la oportunidad potencial para abandonar el camino andado. ¿Ha ocurrido esto en Cuba?

¿Qué aprendió del 11 de julio el gobierno cubano? No aprendieron cómo estaban sufriendo como resultado del bloqueo o las sanciones, o los efectos de la pandemia sobre los ingresos turísticos de los que dependían para importar artículos de primera necesidad. No se enteraron de que Estados Unidos estaba presionando activamente por un cambio de régimen o que trabajaba con las fuerzas contrarrevolucionarias en Cuba con este fin. Ellos sabían todo eso (nosotros también). Lo que aprendieron se puede ver por lo que inmediatamente procedieron a hacer.

El problema era evidente en los barrios marginados y en la juventud, especialmente en los jóvenes de barrios marginados. Entonces, la respuesta inmediata, como relata Yaffe, fue: «Resucitar un programa de la Batalla de Ideas de principios de la década de 2000, el 26 de julio de 2021 la Unión de Jóvenes Comunistas lanzó nuevas Brigadas Juveniles de Trabajadores Sociales». El 5 de agosto comenzaron a visitar hogares en los 302 barrios más pobres, y «a las cinco semanas de las protestas, 3.400 estudiantes universitarios, jóvenes maestros y otros profesionales se habían unido a estas brigadas».[126] Además, como informó el gobernador de la provincia de La Habana en noviembre, en cuatro meses, «más de 2.300 jóvenes se han sumado al estudio y se les ha otorgado un número similar de empleos».[127]

También se decidió revelar a la nación lo que la dirección del partido sabía. El 13 de octubre de 2021, Michel Hernández informó en OnCubaNews que había asistido al estreno en 2014 de Canción de Barrio, el documental realizado a partir de dos años de conciertos de Silvio Rodríguez en barrios marginados. «El cine se vino abajo al finalizar la proyección. Lágrimas, aplausos cerrados, vítores. También sorpresas entre los espectadores al percatarse de golpe que esa Cuba existía detrás de los muros de los privilegios o de las segmentaciones sociales.» ¿Por qué estaba escribiendo sobre esto siete años después? ¡Simplemente porque esta película, que había sido censurada durante siete años, fue repentinamente mostrada en la televisión cubana en horario estelar! La reacción pública generalizada fue de «asombro, de dolor en el corazón, de inédita sorpresa». Y las consecuentes preguntas fueron: «¿Por qué no exhibieron el documental tras su estreno en el cine y esperaron siete años para su proyección masiva? ¿Quién responde por un hecho de censura que les negó la posibilidad a los cubanos de empaparse a fondo de su realidad?».[128]

La lección aprendida por el Partido se resumió en el discurso de clausura de Díaz-Canel ante el pleno del Comité Central, el 24 de octubre de 2021. «Ante las insatisfacciones en nuestra población», dijo, «estaremos atendiendo adecuadamente a la población, trabajando en los barrios y reactivando los mecanismos de participación popular». De hecho, era esencial «ganar el tiempo perdido debido a la rutina, el esquematismo y la falta de vínculo con la base». Como señaló posteriormente en diciembre durante las visitas a barrios y a comunidades, tenemos que comenzar con el diagnóstico local de los problemas que tenemos por resolver: «todo tiene que partir de la gente, de la participación del pueblo». Además, existía la especial necesidad de llegar a la juventud: «Si no existe atención diferenciada a la juventud se rompe la continuidad de la Revolución».[129] Muy simple, hubo un fallo en el trabajo del Partido.

Otra cosa que el Partido aprendió es que los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) en su forma actual no eran adecuados para su misión. «Nuestra misión fue, es y será siempre la defensa de la Revolución, desde nuestros barrios y ciudades», destacó Gerardo Hernández, Héroe de la República (uno de los Cinco) en su rol de coordinador nacional de los CDR. Sin embargo, reconoció que «hay problemas con el funcionamiento de la base», incluidos los lugares donde «no hay trabajo voluntario, recolección de materias primas y otras tareas que la organización tradicionalmente asumía». En consecuencia, al priorizar 65 barrios, argumentó que era necesario «revitalizar» los CDR y fortalecer sus estructuras y misiones; en particular, señaló la necesidad de prestar atención a los problemas sociales, especialmente aquellos que generan desigualdades y alertar a las organizaciones e instituciones sobre sus obligaciones, promover el trabajo de prevención, fortalecer la vigilancia revolucionaria para enfrentar los problemas desde sus inicios y promover el trabajo con niños, adolescentes y jóvenes.

Una novedad en la revitalización prevista para los CDR es la necesidad de incorporar a los jóvenes a partir de los 16 años y encontrar formas de seleccionar activistas para servir a las redes sociales y fortalecer los sistemas revolucionarios de vigilancia, «teniendo en cuenta los modos de acción de la contrarrevolución». La renovación de miembros y funciones era necesaria en estas nuevas condiciones. En particular, al destacar el papel de los miembros de más edad en los CDR, Gerardo Hernández planteó de forma clara que «hay mucha experiencia y enseñanzas que asumir de ellos, pero nos interesa que se sumen muchos más jóvenes».[130]

Entonces, ¿el choque del 11 de julio fue suficiente para sacar a Cuba de su camino actual y llevarla a un camino menos probable que conduzca en la dirección de Vietnam y China? No de inmediato, al parecer. El objetivo 3 de la Estrategia Económica y Social (EES) para 2022 adoptada por el IV Pleno del Comité Central del Partido sí «daba prioridad a las personas, hogares y comunidades en situación de vulnerabilidad». No obstante, los otros cuatro objetivos nombrados para la EES se referían a reformas económicas, estabilización del sistema eléctrico, transformación del sistema empresarial estatal y descentralización para permitir a los municipios más autonomía. El tema principal del Pleno también fue la evaluación de la aplicación de los Lineamientos para 2021–2026, es decir, su progreso en el camino de la «actualización».[131] Sin embargo, incluso si esta no era la intención del Pleno, ¿el efecto del 11 de julio apuntaba en una nueva dirección?

Cambiar el camino

Dada la aparente perspectiva de la dirección del partido, la influencia de los economistas y el entorno internacional, el camino elegido por Cuba parece estar en la dirección que asumieron Viet Nam y China. Aún se encuentra lejos de llegar a eso, y resulta incierto si la situación de Cuba — por ejemplo, su demografía y la impaciencia de los Estados Unidos por el cambio de régimen— alguna vez le permitiría igualar esos éxitos. Sin embargo, los consejos de los economistas cubanos para la actualización del modelo económico prometen, de ser aplicados, conducirla a un capitalismo con características cubanas.[132]

Entonces, ¿qué podría conducirla a un Futuro socialista? Los elementos de tal camino se han identificado anteriormente. Incluyen el énfasis de Marx en el cambio simultáneo de circunstancias, la autotransformación («la práctica revolucionaria») y su visión de una sociedad de comunas «autónomas y autogestionadas» (en lugar de un Estado caracterizado por una «división sistemática y jerárquica del trabajo» en manos de «una casta entrenada»).

Los elementos se pueden encontrar en el argumento del Che sobre la necesidad de construir la conciencia socialista a través de la práctica socialista en lugar del interés propio, en el pedido de Fidel a los economistas cubanos para que estudien al Che, en el rechazo de Mészáros a las relaciones de intercambio de mercancías y su énfasis en la necesidad del «desarrollo de las potencialidades creativas de los seres sociales» y en el llamado de atención de Marta sobre la importancia de los espacios en los que las personas pueden desarrollar sus capacidades mediante su protagonismo. La afirmación de Fidel en 1979 lo puntualiza bien: «Desarrollo es, principalmente, la atención al ser humano, que ha de ser el protagonista y el fin de cualquier esfuerzo por el desarrollo».[133]

Si Cuba diera un paso audaz para abolir las barreras que frenan el avance de las cooperativas agrícolas y las soltara para que se labren su propio camino, si eliminara finalmente las restricciones al desarrollo de cooperativas no agrícolas — y las privilegiara en relación con las empresas capitalistas—, si implementara procesos reales para que los trabajadores gestionen las empresas estatales — y las empresas privadas—, y si cuajara el potencial de los consejos populares, se podrían crear espacios para liberar la energía creativa y colectiva de las personas, y se avanzaría hacia un camino socialista, un camino que desarrolle tanto las fuerzas productivas como la conciencia socialista.[134] ¿Sería esto una fantasía?

Los marxistas tienen un desafortunado historial en la predicción del futuro, especialmente cuando se trata de pronosticar la próxima crisis económica o el suspiro final del capitalismo. La combinación de análisis y esperanza puede conducir — como sucedió con Marx— a una sobreestimación de la importancia de ciertos fenómenos y a la incapacidad de comprender otros factores. Por lo que partiendo del reconocimiento de la tradición mencionada es que afronto esta discusión sobre un futuro posible para Cuba.

Definitivamente existe la sugerencia de un camino alternativo en los discursos de Miguel Díaz-Canel, presidente de Cuba y primer secretario del Partido. La estrategia actual reconoce, dijo en la reunión de abril de 2022 del Consejo de Ministros que, basado en la situación de Cuba y el mundo, siempre habrá nuevas medidas e ideas para poner en práctica; sin embargo, «existe una premisa que no se puede ignorar en ningún escenario». Esta premisa esencial es que «las soluciones y transformaciones que se planteen tienen que responder al socialismo, y tienen que ser vistas desde la óptica marxista».[135]

Considérese la respuesta del partido a los problemas en las comunidades. Después de escuchar a los residentes en barrios vulnerables después del 11 de julio, Díaz-Canel enfatizó la importancia de no brindarles soluciones prefabricadas. No estamos allí para «intervenir los barrios; vamos a apoyar los barrios y de ellos tienen que salir el diagnóstico, las propuestas, las ideas… nosotros vamos a ayudar a canalizar todo eso y a trabajar con las personas, con los actores que están en el barrio, lo cual nos permitirá articular bien los conceptos de participación y de democracia». De hecho, estos conceptos de participación y democracia representan un cambio con respecto a la práctica existente. Los problemas en los barrios, explicó, demostraron la necesidad de «reanimar prácticas y experiencias que se pusieron en práctica en otro momento y han demostrado su valía».[136]

Varios meses después, Díaz-Canel volvió al mismo tema cuando visitó las comunidades. Argumentando que los conceptos que estaba exponiendo se originaron en Fidel, insistió en que «todo tiene que partir de la gente, de la participación del pueblo».[137] Asimismo, al concluir la discusión en la reunión del Comité Central en octubre de 2021, Díaz-Canel enfatizó la necesidad de desarrollar «un proceso genuino, inclusivo, democrático y participativo que defienda ese concepto de poder popular que estábamos discutiendo aquí». Significa, señaló, que el partido debe convertirse en «pedagogos a la hora de interactuar con la sociedad, no solo en la manera en que trasladamos nuestros contenidos, sino también en el modo en que aprendemos de esa interacción». Ese concepto de poder popular, agregó, requiere «espacios para debatir y proponer, que después que se debata y se proponga haya espacios para implementar, y que después que se debata y se proponga, se implementen acciones, entonces también habrá transparencia para controlar, para ejercer control popular, para rendir cuentas y para avanzar».

Ese énfasis en todo, comenzando «desde la participación del pueblo» constituiría un significativo cambio de dirección. Para poder hacer esto, insistió el primer secretario del Partido, se precisa «fortalecer y actualizar el trabajo de nuestras organizaciones de masas».[138] Dicha actualización de la práctica del Partido (si ocurriera) cambiaría la naturaleza de la relación del Partido con la sociedad. Significa, como argumentó Marta, que «los cuadros políticos deberían ser fundamentalmente pedagogos populares, capaces de fomentar las ideas e iniciativas que surgen desde dentro del movimiento de base».[139] Además,

si todo debe comenzar desde la gente, significa que la consulta popular — por muy saludable que haya sido recientemente — no es suficiente. Como escribió Germán Sánchez: «Solo respetando el papel del pueblo como actor principal en el proceso real de toma de decisiones (y no como sujeto de consulta) tendremos la capacidad de salir del laberinto».[140]

Hasta ahora, el renovado enfoque en el protagonismo y el control popular no parece haberse extendido más allá de las comunidades, específicamente no ha llegado a los centros de trabajo. Si bien Díaz-Canel había hablado anteriormente sobre la «importancia de expandir la democracia sobre la base del control popular y la participación activa de los trabajadores» en las empresas estatales, su énfasis en ese momento era reducir el robo, para que «se revierta en un mayor sentido de pertenencia y en un freno a la ocurrencia de hechos delictivos y de corrupción».[141]

El 11 de julio reveló un grave problema en los barrios a los que el Partido ha tenido que responder rápidamente, pero no ha mostrado la misma urgencia en preocuparse por la falta de un «sentido de pertenencia» y la existencia de alienación en los centros de trabajo que durante mucho tiempo han viciado la productividad y la honra, y han contribuido significativamente a las dificultades económicas de Cuba. Esto también requiere «actualización».

En la batalla a muerte entre el Futuro y el Pasado en Cuba, se pueden distinguir dos enfoques de «actualización». El primero es la actualización del modelo económico que expandiría el papel del mercado, permitiría el desarrollo del capital privado, enfatizaría en la atracción de capital extranjero, cerraría empresas estatales no rentables, fomentaría el incentivo material individual y formaría personas aptas para el capitalismo. Como subrayó el Che, «querer construir el socialismo con elementos capitalistas sin cambiar realmente su significado» es un camino que «obliga a nuevas concesiones a las palancas económicas, es decir, al retroceso». Ese camino no construye la conciencia socialista.

El segundo es la actualización de los conceptos de participación y democracia en los que el Partido asume la responsabilidad de alentar y facilitar el protagonismo colectivo. Recordemos con respecto a esto, la visión del Che sobre «el papel del partido de vanguardia», no para centrarse en el interés económico propio, sino «precisamente en el de levantar lo más alto posible la bandera opuesta, la bandera del interés moral». En la medida en que la actualización del modelo económico no se base exclusivamente en incentivos materiales, sino que enfatice el protagonismo en los centros de trabajo, en las comunidades y en la sociedad en su conjunto existe la posibilidad de cumplir el enfoque del Che de forma equilibrada: el desarrollo simultáneo de las fuerzas productivas y los seres humanos socialistas.[142]

La Revolución Cubana enfrenta ahora un desafío muy serio porque su desesperada necesidad de divisas para importar alimentos y combustible se ha visto exacerbada por los efectos de la guerra en Ucrania. Hasta ahora, Cuba ha demostrado su notable capacidad para responder a enormes desafíos (desarrollo de la agroecología y su último éxito es el desarrollo de sus vacunas de forma independiente).[143] Tal vez el 11 de julio pudiera ser el shock que conduzca a Cuba hacia el camino por el que abogan sus economistas. Si se inflamara el protagonismo con una campaña nacional como la Rectificación de errores y la Batalla de Ideas, Cuba podría construir la conciencia socialista y rejuvenecer la Revolución.

NOTAS:

[1] «Comprendan sobre todo, y en primer lugar, que una revolución no es un lecho de rosas, una revolución es una lucha a muerte entre el futuro y el pasado». Disponible en: http://lanic.utexas.edu/la/cb/cuba/castro.html

[2] Harnecker, Marta: A World to Build: New Paths towards Twenty-First Century Socialism, Nueva York, Monthly Review Press, 2015, p. 161. Ver también el video «Discurso completo de Marta Harnecker tras recibir Premio Libertador al Pensamiento Crítico». Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=F3E40c58bvs

[3] No por casualidad, estas preguntas se formularon cuando Marta y yo éramos asesores en Venezuela, entre 2004 y 2011.

[4] Ver mi discusión sobre «El atomismo de la economía neoclásica», en Michael A. Lebowitz, Between Capitalism and Community, Nueva York, Monthly Review Press, 2020, capítulo 1.

[5] La discusión extendida de esta cuestión se puede encontrar en «Nunca olvides el segundo producto», capítulo 5 de Between Capitalism and Community, ibíd.

[6] Marx, Karl: «Revelations Concerning the Communist Trial in Cologne», Marx and Engels, Collected Works, vol. 11, p. 403.

[7] Marx, Karl: «La Guerra Civil en Francia», en Marx and Engels, Collected Works, vol. 22, p. 335.

[8] Engels, Friedrich: «The Ten Hours’ Question» (1850), en Marx y Engels, Collected Works, vol. 10, Nueva York, International Publishers, 1978, p. 275.

[9] Marx, Karl: Grundrisse, Nueva York, Vintage, 1973, p. 494.

[10] Marx, Karl: El Capital, vol. 1, Nueva York, Vintage Books, 1977, p. 283.

[11] Ibíd., pp. 548, 643, 799, 899.

[12] Ibíd., p. 772.

[13] Marx, Karl: El Capital, vol. 3, Nueva York, Vintage Books, 1981, p. 178; Marx, Karl: El Capital, vol. 1, ed. cit., p. 447.

[14] Lebowitz, Michael A.: «Protagonismo y productividad», Monthly Review, noviembre de 2017.

[15] Marx, Karl: Grundrisse, ed. cit., p. 172; Marx, Karl: El Capital, vol. 1, ed. cit., p. 171.

[16] Marx, Karl: Grundrisse, ed. cit., pp. 171–172.

[17] Lebowitz, Michael A.: The Socialist Alternative: Real Human Development, Nueva York, Monthly Review Press, 2010, pp. 85–89; Marx, Karl: Grundrisse, ed. cit., p. 278.

[18] Marx, Karl: Grundrisse, ed. cit., pp. 278, 459–460.

[19] Kawano, Emily: Economía Solidaria: Construyendo una Economía para las Personas y el Planeta, s.d.

[20] Marx, Karl: «Comments on James Mill», en Marx and Engels, Collected Works, vol. 3, Nueva York, International Publishers, 1975, pp. 227–228; Marx, Karl: «Manuscritos económicos y filosóficos de 1844», en Marx and Engels, Collected Works, vol. 3, pp. 302, 304.

[21] Lebowitz, Michael A.: La Alternativa Socialista, s.d., pp. 78–81; Marx, Karl: Grundrisse, ed. cit., pp. 158–159.

[22] Mészáros, István: Beyond Capital: Towards a Theory of Transition, Nueva York, Monthly Review Press, 1995, p. 756.

[23] Ibíd., p. 789.

[24] Ibíd., p. 764.

[25] Marx, Karl: El Capital, vol. 1, ed. cit., p. 711.

[26] Marx, Karl: «Crítica del Programa de Gotha», en Marx y Engels, Obras seleccionadas, vol. 2, Moscú, Foreign Languages Press, 1962, p. 24.

[27] Marx, Karl: Grundrisse, ed. cit., p. 278.

[28] Marx, Karl: El Capital, vol. 1, ed. cit., p. 711.

[29] Marx, Karl: «Crítica del Programa de Gotha», ed. cit., p. 22. Un análisis extenso de este documento se puede encontrar en Michael A. Lebowitz, The Socialist Imperative: From Gotha to Now, Nueva York, Monthly Review Press, 2015, Capítulo 2: «Entendiendo la crítica del programa de Gotha».

[30] Marx, Karl: «La guerra civil en Francia», in Marx and Engels, On the Paris Commune, Moscú, Progress Publishers, 1971, p. 75.

[31] Ibíd., pp. 68–73.

[32] Marx, Karl: «Primer esbozo de la guerra civil en Francia», in Marx and Engels, On the Paris Commune, ed. cit., pp. 155–156.

[33] Marx, Karl: «Crítica del Programa de Gotha», ed. cit., p. 32.

[34] Mészáros, István: Beyond Capital: Towards a Theory of Transition, ed. cit., p. 836.

[35] Ibíd., p. 836.

[36] Véase Michael A. Lebowitz, The Socialist Alternative: Real Human Development, Nueva York, Monthly Review Press, 2010, en particular el capítulo 6: «Making a Path to Socialism».

[37] Mészáros, István: Beyond Capital: Towards a Theory of Transition, ed. cit., p. 761; Marx, Karl: «Crítica del Programa de Gotha», ed. cit., p. 24.

[38] Marx, Karl: Grundrisse, ed. cit., pp. 278, 459–460.

[39] Marx, Karl: «Crítica del Programa de Gotha», ed. cit., pp. 23, 24.

[40] Ibíd., p. 25.

[41] Ibíd., p. 23.

[42] Ibíd., p. 24; Marx, Karl: «Manuscritos económicos y filosóficos de 1844», en Marx and Engels, Collected Works, vol. 3, Nueva York, International Publishers, 1975, p. 241.

[43] Marx, Karl: «Crítica del Programa de Gotha», ed. cit., p. 25. Aquellos que dependen de lo expuesto por Marx en la «Crítica…» para apoyar su argumento a favor del tratamiento del socialismo como una etapa, no dicen nada sobre el punto de Marx sobre las «deducciones», su crítica a la desigualdad o su punto sobre «el alboroto» en relación con la distribución hecha por los «socialistas vulgares».

[44] Mészáros, István: Beyond Capital: Towards a Theory of Transition, ed. cit., p. 817.

[45] Véase Michael A. Lebowitz, The Contradictions of «Real Socialism»: The Conductor and the Conducted, Nueva York, Monthly Review Press, 2012.

[46] Ibíd., p. 138.

[47] Véase la sección «La perspectiva de clase de los economistas», en Ibíd. pp. 120–128.

[48] Etiquetar el período como uno de «transición» supone el triunfo del Futuro.

[49] Bowles, Samuel: The Moral Economy: Why Good Incentives are No Substitute for Good Citizens, New Haven, Yale University Press, 2016, p. 50. Véase también Michael A. Lebowitz, Between Capitalism and Community, Nueva York, Monthly Review Press, 2021, capítulo 8: «Más allá del atomismo».

[50] Tablada, Carlos: Che Guevara: Economía y política en la transición al socialismo, Sydney, Pathfinder, 1989, p. 92.

[51] Marta y yo tuvimos el privilegio de observar cómo el fomento por Hugo Chávez a las iniciativas desde abajo permitió a las personas (a través de consejos comunales y en fábricas recuperadas) desarrollar fuerza, orgullo y dignidad; características que continúan hoy donde se construyen comunas en Venezuela en respuesta a su mensaje, «comuna o nada». El lector puede estar al tanto sobre lo que queda del chavismo en Venezuela en Venezuela Analysis [https://venezuelanalysis.com]. Véase también Cira Pasqual Marquina y Chris Gilbert, Venezuela: the Present as Struggle, Nueva York, Monthly Review Press, 2020.

[52] Harnecker, Marta: «Ideas para la lucha», 2016. Disponible en www.oldandnewproject.net y https://www.marxists.org/espanol/harnecker/articulos/5jDz9v8V.htm; véase también Michael A. Lebowitz, Between Capitalism and Community, ed. cit., capítulo 12: «El instrumento político que necesitamos».

[53] Nótese el efecto de la falta de protagonismo de la clase obrera en el «socialismo real», en Michael A. Lebowitz, The Contradictions of «Real Socialism»: The Conductor and the Conducted, ed. cit.

[54] Castro, Fidel: «Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en el acto por el aniversario 60 de su ingreso a la universidad», 17 de noviembre de 2005. Disponible en: http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/2005/esp/f171105e.html

[55] Yaffe, Helen: Che Guevara: The Economics of Revolution, Houndsmills, Palgrave Macmillan, 2009, capítulos 1–3 passim.

[56] Tablada, Carlos: «La creatividad en el pensamiento económico del Che», Rebelión, 25 de noviembre de 2004. Disponible en: https://rebelion.org/la-creatividad-en-el-pensamiento-economico-del-che/

[57] Tablada, Carlos: Che Guevara: Economía y política en la transición al socialismo, Pacífico y Asia, Conquistador, 1989, p. 93.

[58] Yaffe, Helen: Che Guevara: The Economics of Revolution, ed. cit., p. 63.

[59] Tablada, Carlos: Che Guevara: Economía y política en la transición al socialismo, ed. cit., p. 121.

[60] Ibíd., pp. 122, 126, 127, 133, 134.

[61] Yaffe, Helen: Che Guevara: The Economics of Revolution, ed. cit., p. 56.

[62] Ibíd., pp. 250–251.

[63] Ibíd., p. 249.

[64] Tablada, Carlos: Che Guevara: Economía y política en la transición al socialismo, ed. cit., pp. 135–136, 193; Yaffe, Helen: Che Guevara: The Economics of Revolution, ed. cit., p. 56.

[65] Tablada, Carlos: Che Guevara: Economía y política en la transición al socialismo, ed. cit., p. 136.

[66] Ibíd., pp. 193, 136.

[67] Yaffe, Helen: Che Guevara: The Economics of Revolution, ed. cit., p. 63.

[68] Ibíd., p. 131.

[69] Ibíd., pp. 171, 133.

[70] Ibíd., pp. 146–148.

[71] Ibíd., pp. 133, 149–150.

[72] Ibíd., pp. 138–139, 144–145, 161.

[73] Ibíd., pp. 207–216.

[74] Tablada, Carlos: Che Guevara: Economía y política en la transición al socialismo, ed. cit., p. 200.

[75] Yaffe, Helen: Che Guevara: The Economics of Revolution, ed. cit., p. 249.

[76] Ibíd., p. 85.

[77] Tablada, Carlos: Che Guevara: Economía y política en la transición al socialismo, ed. cit., pp. 172,178, 194.

[78] Yaffe, Helen: Che Guevara: The Economics of Revolution, ed. cit., p. 67.

[79] Tablada, Carlos: Che Guevara: Economía y política en la transición al socialismo, ed. cit., p. 201.

[80] Ibíd., pp. 121–122.

[81] Yaffe, Helen: Che Guevara: The Economics of Revolution, ed. cit., p. 263.

[82] Cf., Michael A. Lebowitz, The Contradictions of «Real Socialism»: The Conductor and the Conducted, ed. cit.

[83] Tablada, Carlos: Che Guevara: Economía y política en la transición al socialismo, ed. cit., pp. 41–51.

[84] Valdés Paz, Juan: «Cuba: los cambios institucionales que vendrán. 1959–2015», 5 de diciembre de 2015, La Haine. Disponible en: https://www.lahaine.org/mundo.php/cuba-los-cambios-institucionales-que

[85] Sin embargo, en general se reconoce que la mayor dependencia de los mercados condujo a un aumento de la desigualdad en este momento.

[86] Castro Ruz, Fidel: «Discurso en el VIII Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas», La Habana, 5 de diciembre de 2004. Disponible en: http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/2004/esp/f051204e.html. Juan Valdés Paz recordó en 2020 que otro factor era el desempleo: «le dijeron a Fidel “tenemos 12 por ciento de desempleo” y Fidel dijo “¿desempleo en el socialismo?”», ver Juan Valdés Paz, «La institucionalidad cubana tiene una serie de graves desviaciones», Charla en el Centro Memorial Martin Luther King Jr., Marianao, La Habana, La Tizza, 3 de diciembre de 2021. Disponible en: https://medium.com/la-tiza/la-institucionalidad-cubana-tiene-una-serie-de-graves-desviaciones-91da4d095c00.

[87] Colectivo La Tizza: «Tendremos que regresar al futuro», La Tizza, 15 de julio de 2021 (publicado en inglés en Monthly Review, vol. 73, núm. 8, enero de 2022). Disponible en: https://medium.com/la-tiza/tendremos-que-volver-al-futuro-21721dc2ffaa.

[88] Cameron, Marce: «Cuba’s Battle of Ideas», Green Left Weekly, núm. 667, 10 de mayo de 2006. Recuerdo bien haber visto a los recién graduados de trabajo social, todos vestidos de blanco, apilarse con orgullo en el balcón del Palacio de Convenciones de La Habana, donde fueron aplaudidos por los participantes en la Conferencia de Globalización de 2003.

[89] Colectivo La Tizza, op.cit. Desde la perspectiva de un economista, sin embargo, el período estuvo marcado por «políticas fiscales y monetarias irresponsables», ver Pavel Vidal-Alejandro, «Tendencias macroeconómicas cubanas y la reforma monetaria pendiente», Cuban Studies, núm. 47, 2019, pp. 279, 286. Del mismo modo, Julio Carranza, otro destacado economista cubano, señaló que la Batalla de ideas «trajo de vuelta formas inoperantes y limitadas de gestión económica», además de reconocer su dimensión muy positiva desde un punto de vista político e ideológico. Ver CubaNews, 17 de julio de 2021.

[90] Rodríguez, José Luis: «Las transformaciones recientes en la economía cubana», International Journal of Cuban Studies, vol. 5, núm. 2, Invierno 2013.

[91] Castro Ruz, Raúl: «Discurso pronunciado por el Primer Vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, General de Ejército Raúl Castro Ruz, en el acto central conmemorativo de los asaltos a los cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo», Camagüey, 26 de julio de 2007. Disponible en: http://www.granma.cubaweb.cu/2007/07/27/nacional/artic01.html; Peters, Philip: «A chronology of Cuba’s “updating” of the socialist model», International Journal of Cuban Studies, vol. 4, núm. 3/4, Otoño/Invierno 2012.

[92] Peters, op. cit.

[93] Peters, op. cit. Estos cambios no se conocen como «reformas» ni por el término ruso para la reestructuración, «perestroika».

[94] Véase la discusión del contrato social en el «socialismo real», en Michael A. Lebowitz, The Contradictions of «Real Socialism»: The Conductor and the Conducted, ed. cit., capítulo 2.

[95] Entre otros logros sociales valiosos de la Revolución se encuentran la atención médica gratuita universal y la educación gratuita universal.

[96] Triana Cordovi, Juan y Stephen Wilkinson: «A Lot Done but Much More to Do: An Assessment of the Cuban Economic Transformation So Far», International Journal of Cuban Studies, vol. 5, núm. 2, Invierno 2013, pp. 119, 127–128.

[97] Campbell, Al: «Actualización del modelo económico de Cuba: socialismo, desarrollo humano, mercados y capitalismo», Socialism and Democracy, vol. 30, núm. 1, 2016, p. 18.

[98] Campbell, op. cit., pp. 18–26; Raúl Castro, op. cit.

[99] Ver la discusión de la explicación de Leontiev de por qué es necesario escribir la historia al revés en Michael A. Lebowitz, The Socialist Alternative: Real Human Development, ed. cit., capítulo 10: «Cómo encontrar un camino hacia la comunidad».

[100] Los ejemplos clásicos a menudo citados en relación con las trayectorias de dependencia incluyen el dominio continuo del uso del teclado Qwerty en las computadoras sobre el del teclado Dvorak [a pesar de la superioridad del diseño de este último], o el pequeño ancho de vía adoptado inicialmente para los ferrocarriles sobre los más anchos que permiten una mayor velocidad, la victoria del formato de video caseteras VHS sobre el formato Betamax como resultado de los pasos iniciales contingentes.

[101] Maingot, Anthony P.: «Epistemic “Organic Intellectuals” and Cuba’s Battle of Ideas», Yumpu, s/f.

[102] Lebowitz, Michael A.: The Contradictions of «Real Socialism»: The Conductor and the Conducted, ed. cit., capítulo 5: «El conductor y la batalla de ideas en la Unión Soviética».

[103] Everleny, Omar: «How Can We Reduce Prices and Stop Inflation in Cuba», Havana Times, 29 de enero de 2022; Yaffe, Helen: «Che Guevara’ Enduring Legacy: Not the Foco but the Theory of Socialist Construction», Latin American Perspectives, vol. 36, núm. 2, marzo de 2009; Triana Cordovi, Juan y Stephen Wilkinson, «A Lot Done but Much More to Do: An Assessment of the Cuban Economic Transformation So Far», ed. cit.; Triana Cordovi, Juan y otros: «Desafíos del Consenso Económico», Revista Alma Mater, 9 de agosto de 2021.

[104] Triana y Wilkinson, op. cit.

[105] Ver la «Obertura: El director y lo conducido», en Michael A. Lebowitz, Contradictions of «Real Socialism»: the Conductor and the Conducted, ed. cit., pp. 21–27.

[106] Un ejemplo atroz es que las cooperativas han sido aceptadas y prometidas durante muchos años como una forma de propiedad social. Sin embargo, el economista Oscar Fernández comentó recientemente que, «lamentablemente no ha habido fuerza ni voluntad política ni conocimiento para promover soluciones cooperativas». Revista Alma Mater, «Economía cubana: Cuatro preguntas urgentes». Disponible en: https://cubayeconomia.blogspot.com/2022/02/economia-cubana-cuatro-preguntas.html.

[107] Sánchez Otero, Germán: «El Partido Comunista de Cuba y los desafíos actuales: reflexiones sobre el VIII Congreso del Partido», Revista Mensual, vol. 73, núm. 8, enero de 2022, p. 38.

[108] Wilkinson, Stephen: «Ni Beijing ni Hanoi, sino ¿un socialismo de mercado cubano?», International Journal of Cuban Studies, vol. 4, núm.3/4, Otoño/Invierno 2012. Notar la devastadora advertencia de Germán Sánchez sobre la idea de copiar a China y Vietnam, op. cit, pp. 38–39.

[109] Entre otras características que deben reconocerse se encuentran factores demográficos como el envejecimiento demográfico (especialmente en las zonas agrícolas), las bajas tasas de natalidad (en parte como resultado de la escasez de viviendas, con varias generaciones cohabitando) y la emigración de jóvenes.

[110] Sánchez Otero, Germán, op. cit, pp. 36–37. Como embajador cubano, Germán Sánchez fue cercano a Chávez y autor de varios libros sobre él.

[111]«Economía cubana: Cuatro preguntas urgentes», ed. cit.

[112] Valdés Paz, Juan: «La institucionalidad cubana tiene una serie de grave desviaciones», ed. cit.

[113] Morales Domínguez, Esteban: «El censo, el color de la piel y el análisis social», Portside, 11 de septiembre de 2021. Véase también por Morales Domínguez, Race in Cuba: Essays on the Revolution and Racial Inequality, Nueva York, Monthly Review Press, 2012 y La Problemática Racial en Cuba, La Habana, Editorial José Martí, 2012.

[114] El CUC, el peso convertible, establecido para reflejar el valor del dólar estadounidense, se suspendió como parte de la reforma monetaria.

[115] Como señalan Hansing y Hoffmann, la implicación de esta diferenciación racial (aunque no se informa lo suficiente por parte del gobierno) no puede ser exagerada. Citan a este respecto a Esteban Morales, quien afirmó: «La población cubana es tratada como una masa homogénea. Este es un error de dimensión incalculable». Hansing, Katrin y Bert Hoffmann: «Cuba’s New Social Structure:: Assessing the Re-Stratification of Cuban Society 60 Years after Revolution», Instituto Alemán de Estudios Globales y de Área (GIGA), núm. 315, febrero de 2019. Disponible en: http://www.jstor.com/stable/resrep21213. Véase también Hansing, Katrin: «When Racial Inequalites Return: Assessing the Restratification of Cuban Society 60 Years After Revolution», 20 de marzo de 2020; Betancourt, Rafael: «La contribución de la economía social y solidaria a la construcción del socialismo en Cuba», OnCubaNews, 9 de julio de 2020.

[116] Espina Prieto, Mayra y Dayma Echevarría León: «El cuadro socioestructural emergente de la “actualización” en Cuba: retos a la equidad social» (The Emerging Socio-Structural Framework of the «Update» in Cuba: Challenges to Social Equity), International Journal of Cuban Studies, vol. 12, núm. 1, Verano 2020, pp. 29–52.

[117] Un problema (presumiblemente resuelto) ha sido la demora en autorizar cooperativas no agrícolas que involucran a personas capacitadas profesionalmente. Cuba ha producido muchos graduados universitarios. Sin embargo, como argumenté en mi charla en la Universidad de La Habana en noviembre de 2016, hay «depreciación moral de la capacidad humana que se ha construido, todas las demás cosas iguales, si no se usa». No sería sorprendente que esto fuera una fuente de descontento entre los jóvenes. Lebowitz, Michael A.: «Protagonismo y productividad», ed. cit.

[118] Valdés Paz, Juan: «Las instituciones cubanas tienen una serie de graves desviaciones», ed. cit. Valdés Paz comenta allí sobre los asesores económicos cubanos: «El camarada Marino Murillo puede hablar durante dos horas sobre cualquier número de problemas sin mencionar ninguna implicación social. Lo social nunca aparece cuando los economistas hablan».

[119] Un ejemplo similar fue en Manzanillo, donde jóvenes adolescentes protestaban después de que el área había estado sin agua durante siete días. Communistas, «From Cuba: A Description of the Protests«, Links: International Journal of Socialist Renewal.

[120] Yaffe, Helen: «Cuba después de las protestas del 11 de julio», American University, Washington, DC. Yaffe informa que las consignas y pancartas que llaman a las protestas aparentemente aparecieron en los sitios web a las 9:00 a.m (antes de las protestas en San Antonio).

[121] Comunistas, op. cit. El mismo punto fue planteado por el Colectivo La Tizza, el cual señaló que el «sector más marginado» fue movilizado por «la agenda política de la contrarrevolución». Colectivo La Tizza: «Tendremos que regresar al futuro», ed. cit., pp. 23–24.

[122] Triana Cordovi, Juan y otros: «Desafíos del Consenso Económico», ed. cit.

[123] Everleny, Omar: «How Can We Reduce Prices and Stop Inflation in Cuba», ed. cit.

[124] «Economía cubana: Cuatro preguntas urgentes» Revista Alma Mater, op. cit.

[125] Morin Aguado, Vicente: «¿Cómo Cuba puede resurgir de las cenizas después del COVID-19?», Havana Times, 12 de mayo de 2020.

[126] Yaffe, Helen: «Cuba después de las protestas del 11 de julio», ed. cit.

[127] CubaNews, 21 de noviembre de 2021.

[128] Hernández, Michel: «Canción de barrio», OnCubaNews, 13 de octubre de 2021. Disponible en: https://oncubanews.com/cultura/cancion-de-barrio/.

[129] Díaz-Canel, Miguel: «Estamos preparados y dispuestos a hacer todo lo posible para defender lo más sagrado, lo que nos une», Granma, 24 de octubre de 2021. Disponible en: https://www.granma.cu/discursos-de-diaz-canel/2021-10-24/diaz-canel-estamos-preparados-y-dispuestos-a-todo-por-defender-lo-mas-sagrado-lo-que-nos-une-24-10-2021-23-10-13; Díaz-Canel en Las Tunas y Holguín: «Todo tiene que empezar desde el pueblo, desde la participación del pueblo», CubaNews, 10 de diciembre de 2021; Díaz-Canel, Miguel: «Desarrollar una política de atención a la juventud es uno de los proyectos gubernamentales más importantes en marcha«, Granma, 23 de febrero de 2022.

[130] Rendón Matienzo, Fidel: «Los CDR llevarán a cabo el proceso de revitalización y fortalecimiento de sus misiones», Agencia Cubana de Noticias, 1 de abril de 2022; Silva Correa, Yenia: «El país crece en sus barrios», Granma.cu, 1 de abril de 2022. Disponible en: https://www.granma.cu/cuba/2022-04-01/el-pais-crece-en-sus-barrios-01-04-2022-23-04-14; Hernández Nordelo, Gerardo: «Tenemos que revitalizar la organización con creatividad y entusiasmo», Agencia Cubana de Noticias, 28 de septiembre de 2021.

[131] Puig Meneses, Yaima: «Cuba no detendrá su desarrollo», CubaDebate, 27 de abril de 2022. Disponible en: http://www.cubadebate.cu/noticias/2022/04/27/cuba-no-detendra-su-desarrollo/.

[132] Valdés Paz comentó que «tenemos muchos socialdemócratas: “al final el imperio no es tan malo, tenemos que resolverlo, eso es inevitable, tenemos que ser objetivos, tenemos que ser realistas…” y empieza a aparecer un discurso en nombre del “realismo”». Valdés Paz, Juan: «Las instituciones cubanas tienen una serie de graves desviaciones», ed. cit.

[133] Tablada, Carlos: «La creatividad en el pensamiento económico del Che», ed. cit.

[134] Véase también la entrevista en 2014, Michael A. Lebowitz, «Cuba Needs to Unleash Creative Energy», Havana Times, 28 de marzo de 2014.

[135] Puig Meneses, Yaima: «Díaz-Canel: Las transformaciones de la Estrategia económico-social tienen que responder al socialismo», Granma.cu, 25 de abril de 2022. Disponible en: https://www.granma.cu/pensar-en-qr/2022-04-25/diaz-canel-las-transformaciones-de-la-estrategia-economico-social-tienen-que-responder-al-socialismo-25-04-2022-23-04-32.

[136] «Presidente cubano: Vamos a apoyar a los barrios, no a intervenir en ellos», CubaDebate, 18 de agosto de 2021. Disponible en: http://www.cubadebate.cu/noticias/2021/08/18/presidente-cubano-vamos-a-apoyar-los-barrios-no-a-intervenirlos/.

[137] Tamayo, René: «Díaz-Canel en Las Tunas y Holguín: Todo tiene que empezar desde el pueblo, desde la participación del pueblo», Cubadebate, 9 de diciembre de 2021. Disponible en: http://www.cubadebate.cu/noticias/2021/12/09/diaz-canel-en-las-tunas-escuchar-a-los-residentes-de-los-barrios-y-trabajar-para-mejorar-sus-condiciones-de-vida/.

[138] Díaz-Canel, Miguel: «Estamos preparados y dispuestos a hacer todo lo posible para defender lo que es más sagrado, lo que nos une», ed. cit. Recordemos el énfasis de Marta en la necesidad de tener espacio para el protagonismo popular que construye la capacidad humana, véase también Michael Lebowitz, «El instrumento político como pedagogo revolucionario», en Michael A. Lebowitz, Between Capitalism and Community, ed. cit., pp. 171–175.

[139] Harnecker, Marta: «Ideas para la lucha», ed. cit.; Lebowitz, Michael A., Ibíd.

[140] Sánchez, Germán: op. cit, p. 41.

[141] «Educar para fortalecer el control interno y la prevención del delito», Granma, 27 de abril de 2021. Esto no significa que Díaz-Canel no apoye una amplia extensión de la participación democrática desde abajo en el ámbito laboral. De hecho, en una entrevista reciente, resumió su posición como «Estamos defendiendo la necesidad de expandir cada vez más la democracia sobre la base de la participación y el control de las personas en nuestra sociedad». De los Santos, Manolo: «We Will Prevail: A Conversation With Cuba’s President Miguel Diaz-Canal», Counterpunch, 8 de abril de 2022.

[142] Recordemos aquí las preguntas de Marta planteadas al principio de este ensayo.

[143] Betancourt, Mauricio: «El efecto de la agroecología cubana en la mitigación de la grieta metabólica: un enfoque cuantitativo para la producción de alimentos en América Latina», Global Environmental Change, 25 de junio de 2020.

¡Muchas gracias por tu lectura! Puedes encontrar nuestros contenidos en nuestro sitio en Medium: https://medium.com/@latizzadecuba.

También, en nuestras cuentas de Facebook (@latizzadecuba) y nuestro canal de Telegram (@latizadecuba).

Siéntete libre de compartir nuestras publicaciones. ¡Reenvíalas a tus conocid@s!

Para suscribirte al boletín electrónico, pincha aquí en este link: https://boletindelatizza.substack.com/p/coming-soon?r=qrotg&utm_campaign=post&utm_medium=email&utm_source=copy

Para dejar de recibir el boletín, envía un correo con el asunto “Abandonar Suscripción” al correo: latizzadecubaboletin@gmail.com

Si te interesa colaborar, contáctanos por cualquiera de estas vías o escríbenos al correo latizadecuba@gmail.com

--

--

La Tizza
La Tizza Cuba

Revista digital y plataforma de pensamiento para debatir el proyecto de la Revolución Cubana, su relación con prácticas políticas de hoy, sus futuros necesarios