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La familia real de Bahréin se une al club de los 'royals' que compran equipos de fútbol españoles

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Naser Bin Hamad al Jalifa
Naser Bin Hamad al Jalifa IG

El fútbol español es un poderoso imán entre las petromonarquías del golfo Pérsico. Una apuesta cada vez más cotizada entre las cortes de la península arábiga que sirve, al mismo tiempo, de caro pasatiempo y eficaz lavado de imagen. Los últimos en sumarse a la carrera por hacerse con un club patrio son los Jalifa, la familia real que gobierna con puño de hierro Bahréin, un pequeño país del golfo Pérsico con apenas 780 kilómetros cuadrados de superficie y un millón y medio de almas.

Tras la compañía Infinity, que controla desde hace unos meses el Córdoba Club de Fútbol, se halla la primera plana de la familia real bahreiní y su monarquía absoluta. "El príncipe heredero es el propietario de la firma de inversión que compró el club", confirma a LOC Husein Abdalá, director ejecutivo de Americanos por la Democracia y los Derechos Humanos en Bahréin, una organización con sede en Washington que denuncia las graves violaciones de derechos humanos cometidas por los Jalifa.

"La financiación de la empresa proviene directamente del Gobierno de Bahréin en un caso claro de corrupción en el que el dinero público es usado en beneficio de la familia real", lamenta Abdalá. El desembarco de la familia suní que sojuzga a una población de mayoría chií tiene como "cerebro financiero" a Salmán bin Hamad bin Isa al Jalifa (50), primogénito del actual rey Hamad (70) y Sabika (72), la primera de sus cuatro esposas.

Salmán, educado entre Washington y Cambridge, fue designado príncipe heredero en 1999 y actualmente es, además, vice primer ministro y subcomandante de las fuerzas armadas de Bahréin. Tiene cuatro hijos y perdió a su cónyuge, la princesa Hala bint Duaij al Jalifa -con la que contrajo matrimonio en 2005- hace dos años. No se le conoce una nueva relación.

Si Salmán proporcionó el dinero necesario para comprar el Córdoba, quien se lleva los méritos públicos es el príncipe Naser Bin Hamad al Jalifa (33), hermanastro del heredero y la persona que ha convertido el deporte en su tarjeta de presentación. Comandante de la Guardia Real y al frente de una unidad de élite que ha participado en la cruenta guerra de Yemen, Naser es el presidente del Comité Olímpico de Bahréin y del Consejo Supremo para la Juventud y los Deportes además de propietario del club ciclista Bahrain McLaren.

"Es la persona que quiere usar el equipo para sus relaciones públicas y su lavado de imagen. Hay acusaciones de tortura muy sólidas contra Naser y el Tribunal Supremo de Reino Unido ya eliminó su inmunidad diplomática en el pasado", agrega Abdalá. Deportista empedernido -desde el ciclismo hasta la equitación o el triatlón-, Naser da testimonio de sus aventuras deportivas y bélicas en su cuenta de Instagram, con más de un millón y medio de seguidores.

Naser está casado con Shaija bint Mohamed bin Rashid al Maktum, hija del emir de Dubai, Mohamed bin Rashid al Maktum. La pareja tiene cuatro vástagos. "Naser se ha propuesto seguir el ejemplo de Turki al Sheij, el asesor del príncipe heredero saudí Mohamed bin Salman y propietario del Almería", comenta a este suplemento Yusuf al Huri, un activista de derechos humanos bahreiní al que le fue revocada su nacionalidad y reside exiliado en Alemania.

Al Huri conoce bien a Naser. "Estuve en una protesta contra él cuando estuvo aquí en Berlín participando en una competición de Ironman. Y llegamos a las manos", recuerda el joven apátrida. Para la castigada oposición bahreiní, que malvive entre rejas o en la diáspora, Naser es una ficha clave de la brutal represión que desde 2011 ha firmado la familia Al Jalifa con la ayuda de sus vecinos del golfo Pérsico.

Tras el estallido de las manifestaciones, al calor de la Primavera Árabe, Naser amenazó en público con castigar a los atletas que participaran en el fallido levantamiento. "A todos los que piden la caída del régimen, un muro caerá sobre sobre sus cabezas. Cualquiera que esté implicado en este asunto y sus redes de apoyo será castigado. Ya sea un atleta, un activista o un político. Hoy es el día del juicio. Bahréin es una isla y no hay escapatoria", manifestó en televisión en abril de 2011.

Sobre el papel, el Córdoba CF -que milita en la Segunda División B cuya temporada actual, abruptamente suspendida por el coronavirus, dio por concluida la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) la semana pasada- está presidido por Abdalá al Zain. Mohamed al Nusuf actúa como vicepresidente. Ambos, según los opositores consultados, son "hombres de paja" al servicio de Naser. "Abdalá es uno de los amigos más cercanos de Naser. Mohamed pertenece al mismo círculo", señala Al Huri.

La irrupción de la familia real bahreiní en El Arcángel tiene sus ecos en otras polémicas adquisiciones. El pasado verano, a punto de comenzar la temporada, Arabia Saudí -a través de uno de los consejeros de confianza del príncipe heredero- adquirió la Unión Deportiva Almería, en la división de plata del fútbol español. Hace una década inauguró el desfile Abdalá bin Naser al Zani, miembro de la familia real qatarí, comprando el Málaga CF. Su paso y el de sus tres hijos por La Rosaleda ha terminado en un escándalo monumental. Un proceso en los tribunales de la ciudad andaluza -en suspenso por la pandemia- les juzga por supuesta administración desleal y apropiación indebida.

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