Hay muy pocas herramientas en este mundo que te sirvan de verdad sin intentar robarte la atención. Estoy harto de que mi teléfono me exija que le preste atención.
Es silencioso.
Algunos no soportan escuchar sus pensamientos. Pero el resto de nosotros, a quienes nos gustan nuestros pensamientos, sabemos lo poderoso que es esto. Por fin, algo que me ayuda a pensar, no algo que me dice «cómo» pensar.
Me sirve a mí, no al revés.
Nos gusta pensar que controlamos nuestros teléfonos. No es así. Dependemos de ellos para sobrevivir. Es refrescante encontrar algo que realmente sirve a un propósito del que no dependo. Sin segundas intenciones.
No le importa si lo uso o cómo lo uso.
Tu teléfono es como un amigo espeluznante, necesitado e insano. Sabe tus horas de sueño, tus hábitos, tu dirección y el momento exacto para enviarte una notificación. Te manipulará y utilizará en su propio beneficio. A un cuaderno no le importa lo más mínimo. Puras intenciones.
Creatividad.
Tu teléfono:
Distracciones.
Agendas.
Requisitos.
Introduce una cosa y tu teléfono emite 300 opiniones de otras personas.
Mi Cuaderno:
Mis ideas.
Mis pensamientos.
Mi personalidad.
Sólo emite lo que yo introduzco.
Nunca intenta hacerme cambiar de opinión.
Es privado. Tu teléfono rastrea:
Tus correos electrónicos.
Tu información personal
Tu historial familiar
Tus hábitos de compra
Tu número de teléfono
Tu sexo
Tu estatura
Tu peso etc
Mi cuaderno:
Nada.
Nota: Esto es una traducción vertida al español de otra nota de Austin Schrock, que ha autorizado la traducción.