“…Quizá hoy Kant tendría que clamar “Dubitare aude!” y convencernos, por fin, de que en principio no sabemos nada y que saber no es un estado sino un recorrido y que cada paso debe ser un riesgo y que hay que darlos con los ojos muy abiertos. Como decía aquel famoso poeta inglés, citado hasta el hartazgo: “Saber o no saber, esa es la cuestión”. Y, aún así, nunca se sabe…”