Por qué escribo cada dÃa
A veces me preguntan por qué publico en Substack todos los dÃas. Y podrÃa responder con algo sencillo: porque me gusta, porque me nace, porque me calma. Pero serÃa una respuesta incompleta.
Escribo cada dÃa porque necesito hacerlo. No como una obligación, sino como un modo de estar en el mundo. Escribo para mantener encendida la conversación conmigo mismo, para ordenar lo que siento, para recordar quién soy cuando el ruido intenta olvidarme.
No todos los dÃas son iguales. Hay mañanas que las palabras llegan con la suavidad del primer café, y otras en las que parecen dormidas. Pero incluso en esos dÃas —quizá sobre todo en esos— escribir se vuelve una forma de oración laica, un gesto de cuidado hacia mà y hacia los que leen al otro lado.
Publicar cada dÃa no es una carrera. Es un ejercicio de presencia. De estar aquÃ, pase lo que pase, compartiendo el pedacito de vida que me tocó habitar. A veces con luz, a veces con sombra, pero siempre con honestidad.
Lo que consigo con eso no se mide en números ni en métricas. Lo que consigo es seguir en contacto con algo esencial: esa certeza de que, mientras escribo, todo tiene sentido por un momento. Que las palabras no son solo texto, sino puente. Que detrás de cada lectura hay alguien respirando, sintiendo, acompañando.
Y eso, más que una estrategia, es una forma de gratitud. Porque escribir cada dÃa me recuerda que sigo vivo, que sigo aprendiendo, que sigo compartiendo lo que de verdad me importa.
Por eso escribo. Y por eso estoy aquÃ, otra noche más, dejándome llevar por ese hilo azul que me conecta con quienes también buscan un poco de calma, de verdad y de belleza en medio del ruido.